biografía del autor

imageVíctor Ustariz Salinas

Prioridades defectuosas


Francisco se encuentra irritado. Hace sólo unos minutos terminó una discusión con sus padres, sus palabras aún suenan en su cabeza..."eres una decepción", "eres de lo peor", "no podemos confiar en ti", "desperdiciamos tiempo y dinero contigo", "tu potencial estúpidamente desperdiciado", "eres un vago, un inútil". La rabia se apodera de francisco y unas cuantas lágrimas se animan a caer por sus mejillas. Decide escuchar unas canciones; va hacia su reproductor y coloca un CD con una de sus favoritas, muy indicada para este momento. El quería que su hermana le hubiese apoyado, pero ella no lo haría, no le convenía. Para ella es mucho mejor mantener una buena relación con sus padres que apoyar a su hermano.

            Necesita hablar con alguien y piensa en su enamorada. Quisiera llamarla pero...sus padres le dejaron incomunicado. Intenta distraerse con algo y observa las imágenes que hay en las paredes de su habitación...unas mujeres modelando alguna marca de cerveza, el Che Guevara fumando su habano. Dirige su mirada hacia unos cuadernos donde observa unas curiosas imágenes de animales, piensa que le gusta más la forma en la que ahí están dibujados que lo que verdaderamente son. Luego observa una fotografía de él en el colegio y recuerda a sus compañeros de clase, ex-compañeros de clase; aquellos con los que nunca más estará, a los que nunca más vera. Está seguro que no los verá, no porque se distanciarán y cosas absurdas como esas, sino porque simplemente no quiere hacerlo, en cuatro años llegó a aburrirse de casi todos. Acostumbra aburrirse bastante rápido de la gente.

            Vuelve a la imagen de sus padres y recuerda la decepción en el rostro de su padre, la impotencia en el de su madre y el cinismo en el de su hermana. Las lágrimas caen con mayor frecuencia, insiste en tener la razón, ellos están equivocados. Pero increíblemente ahora si la tiene; ellos siempre le dijeron que era "libre" de elegir... ¿elegir? nunca pudo hacerlo, sólo pensaba en qué agradaría más a sus padres. "Hacemos un gran sacrificio para que tengas esa educación", las palabras de su padre continúan tronando en sus oídos. El nunca pidió algo, nunca quiso educación particular, viajes ni regalos; él sólo quería leer pensar y crecer. "Con la filosofía no se hace dinero", tampoco se vive solo de dinero. "Con esas ideas no llegarás a ninguna parte" pero no me amargaré al depender de lo que los demás digan de mi. "Necesitas de los demás" necesito USAR a los demás. Sus padres no toleran el desafío a su autoridad. Ya no se ocuparían más de el, ya no querían ocuparse de él. Decidieron que es mejor perder ese hijo que continuar manteniéndolo. Ahora francisco les da la razón; él siempre fue un gasto inútil. Sonríe, ya comprende a sus padres, se avergüenzan de la ingenuidad con la que procedieron en la formación de su hijo, por eso siempre evitan hablar de él en las reuniones familiares, por esto le dieron la libertad de elegir su presencia o no en estas reuniones. Esto era un alivio para él, ya no tendría que tolerar las miradas inquisidoras de nadie.

            Francisco se levanta de su cama y decide ir por agua, tiene sed. Sale de su habitación y se dirige hacia la cocina pasa por el dormitorio de sus padres y escucha el llanto de su padre. Si, su padre es un gran actor, lo mismo hizo el día en el que su madre descubrió que le era infiel, lloró para que le perdone. Al retornar a su habitación nuevamente pasa por el dormitorio de sus padres y escucha a su madre diciendo "Nunca nos dio ninguna satisfacción". Sonríe, quizá nunca lo hizo, pero sus padres ignoran sus sacrificios, no es fácil pasar cuatro años de su adolescencia en un lugar en el que no desea estar rodeado de muchas personas con las que no quiere estar. Y especialmente, no es fácil fingir alegría y conformismo al hablar de su hermosa familia que, en realidad, es un campo minado donde solo puedes confiar en ninguno, todos quieren pisotearte. La ira inunda a francisco, necesita calmarse, nuevamente piensa en su enamorada; cómo la extraña... Nada gana extrañándola, tampoco lamentándose de su absurda relación familiar. Francisco entra a su habitación, toma un bolso y guarda en él algunos adornos que él mismo hizo, material para hacerlos, un aerosol, algo de ropa y dinero. Abre su ventana, sale al jardín, trepa por el muro y sale a la calle, camina un poco y una pandilla lo rodea, el se libra de ellos entregándoles las llaves de la que en ese momento dejaba de ser su casa y el teléfono móvil que sus padres le pagaron hace tiempo. Toma un taxi y llega a la casa de su enamorada; saca el aerosol y escribe algo en la puerta y... ahora él es libre de hacer y hacerse lo que más le plazca, a vivir como quiera. Sabe que sus padres no le encontrarían, quizá no intentarían buscarlo, lo conocen los suficiente para saber que no volverían a verlo.

            Al día siguiente Verónica sonreiría, lloraría y luego continuaría monótonamente sus días tras leer las siguientes palabras: "Perdóname... ahora permíteme soñar".


Biografía:

Victor Ustariz Salinas
(Cochabamba-Bolivia). Tiene 17 años, se graduó del colegio San Agustín y actualmente postula para ingresar a la Universidad Mayor de San Simón en Cochabamba, a la carrera de Comunicación Social.