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La poesía como retoimagerno: Noni Benegas

por

Nora Catelli


En 1984, Argonáutica supuso la aparición de una voz poética que ahora, más de veinte años después, tengo necesariamente que poner en relación con las corrientes y figuras de la poesía argentina; relación que es el horizonte necesario, más allá de residencias y localizaciones, para comprender el proyecto de Noni Benegas. No hay, en la generación de Noni, uno o dos nombres decisivos, sino varios, y es ocioso hacer listas, por más que el de Diana Bellessi, y, quizá, el de Arturo Carrera, que empezó a publicar antes, sugieran proximidades formales (Carrera) o existenciales (Bellessi).

¿Cómo situar este libro en el proyecto de Noni y en sus vínculos con las modulaciones de la poesía argentina?  Y ¿por qué allí y no en un espacio transnacional o posnacional? ¿Es este orbe, lo posnacional, posible? Puede serlo sólo respecto de los documentos nacionales de identidad, las doble o triples nacionalidades, las diásporas e itinerancias. Puede serlo cuando las rupturas con las propias naciones son geográfica, linguística y existencialmente radicales e irreversibles (o vividas como irreversibles): Nabokov, Conrad. Pero es discutible que lo sea cuando las fronteras entre los distintos campos literarios se han vuelto tan porosas como, al mismo tiempo, tan visibles.

portadaDe ese roce vivo es un conjunto que lee ciertas zonas de la tradición castellana desde un foco: el foco de las apropiaciones argentinas de fragmentos de la gran tradición. La primera apropiación es la de Vallejo ("De puro extrañamiento/ tengo la herida/ de puro borborito/ ensimismado,/ y sube y se dispersa/ y sube y vamos todos/ arriba/ subiendo/ allá nomás"). Ese "nomás" es la definitiva inflexión americana que cierra y atrapa el acento vallejiano (pág 121).

La segunda, en las largas interrogaciones en las que de vez en cuando se incrusta un diminutivo, es la de Juan Gelman: "¿Y esa cosa chiquita/ que juntas enrollamos?/ ¿Ese recoger en un pliegue/ (apenas para uno daba)/ y atentas a que no cayera vigilábamos"? O: "Los relojes ¿pesan?/  una autómata ¿pesa?").

La tercera apropiación, mucho más elástica y abierta, tiene que ver con Valèry, tan leído por Noni, y con un Guillén afrancesado. De allí, de esa última incorporación elástica y abierta, la serie de los epígrafes finales: San Juan y un Cancionero musical de palacio medieval enmarcan dos citas argentinas -una de un verso de Murena que yo no conocía (Retrato de mi madre) y otra de Mirta Rosenberg, una gran poeta argentina contemporánea de Noni, en un poema que incluye el verso "Tu muerte me convierte en yo".

De ese roce vivo es un libro de la pérdida de la madre: un libro que medita sobre la filiación, sobre el tránsito, un libro de duelo. Pero no de melancolía, que paraliza, sino de duelo, que reembarca. La madre se evanesce en estos poemas, y todo el espacio lo ocupa una "voz a punto/ sin presión volcada", capaz de volver a la tierra de la madre "puro nombre, pura estepa", "esotra orilla del planeta". Por tanto, un libro de retorno.