biografía del autor

 

imageLa vergüenza del idioma

Miguel Esquirol Ríos

 

¿Es posible tener vergüenza de tu idioma? ¿Y tener orgullo de usarlo? En Bolivia el castellano no permite que otros idiomas indígenas se desarrollen, los hablantes de estos idiomas se sienten indefensos e inseguros en un idioma que no es el propio. Pero si es posible que al gobierno del país llegue un indígena cuyo idioma materno no es el español, quizás este sea el primer paso para darle una nueva oportunidad a idiomas relegados a las sombras.

En los países cuyo idioma dominante tiene la fuerza para someter y avasallar la entrada de idiomas ajenos, estos se convierten en un ruido de fondo, una señal de estática que a pesar de estar siempre presente en ningún momento interrumpen o molestan a la sintonía principal. Donde los hablantes de la lengua principal se encuentran en una mayoría, el puño del idioma se encuentra más cerrado y se sienten más sordos a otras lenguas y acentos. El turismo, desde el lado de la riqueza y la migración de la pobreza, son algunas formas para que esto cambie. Por el primer fenómeno es posible encontrar menús en inglés en restaurantes de lejanas islas, y por el segundo pasillos enteros de supermercados norteamericanos con detergentes y agentes de limpieza con todas sus instrucciones en español, para que batallones de amas de casa puedan limpiar suelos y ventanas sin ninguna barrera idiomática.

Otros fenómenos como el racismo o el miedo excitan la sensibilidad de los pueblos para idiomas ajenos o vuelven más riguroso el carnet de entrada a un idioma del que incluso un leve acento puede expulsarte. Pero también son las propias lenguas que se encuentran en posición de inferioridad las que se convencen a si mismas de su situación subalterna y son ocultas por los propios usuarios como si de una enfermedad se tratara. Este fenómeno es el que hace que los inmigrantes tengan vergüenza de usar su propio idioma en espacios públicos donde no sienten la seguridad de la intimidad y se encuentren en la ilógica situación de estar hablando un idioma ajeno con alguien que comparte el propio.

La vergüenza del idioma a veces puede evolucionar gracias a distintos fenómenos, como las varias lenguas que durante el franquismo tenían que ser ocultas como material subversivo y que ahora son herramientas políticas, o el yiddish que hace medio siglo podía significar una sentencia de muerte y hoy es el ancla cultural en medio de un océano de idiomas, o el navajo que de ser un idioma de indígenas oprimidos y prácticamente exterminados se convirtió en una herramienta para la guerra.

Pero cuando el idioma dominado es el originario del país y cuando el número de hablantes es superior al del dominante nos encontramos frente a un fenómeno anclado en el racismo, en una historia de sumisión y de injusticia.

Dejé fuera de los párrafos anteriores el apartado de los idiomas indígenas como un tercer fenómeno que permite la cruza de las lenguas. En los dos primeros ejemplos, el turismo y la migración, el idioma minoritario era extranjero. Un idioma que buscaba hacerse un espacio mediante la acumulación de hablantes de esta lengua. Con los idiomas indígenas, estos hablantes se encuentran ya en el corazón mismo del país y ya sea por derrota, conquista o historia se encuentra relegados a uno que domina manteniéndose bajo la superficie intentando sobrevivir. Usualmente en este tipo de idiomas el número de hablantes es muy alto pero el valor subjetivo del idioma es mucho menor. Aun así los estos idiomas se hablan de forma masiva pero muy bien localizada. El primero de forma evidente puebla todas las instancias de la esfera pública desde el gobierno hasta los medios de comunicación y la propia calle, mientras que los idiomas nativos quedan recluidos, semi-ocultos, en la esfera privada, en espacios de la intimidad como el hogar, el barrio o los amigos.

En Bolivia el castellano es el idioma dominante si bien no el único. Existen más de 36 lenguas  indígenas (las reconocidas por el gobierno) bien diferencias, algunas con un número de hablantes reducido a una tribu otros con millones de hablantes. Lo que tienen en común todos ellos es que su presencia es como una sombra fantasmal detrás de uno de los idiomas más hablados del planeta. En las calles es más común escuchar castellano hablado, con los errores naturales de alguien que no lo domina, que escuchar Aymará o Quechua, los dos idiomas indígenas más hablados del país, las otras lenguas son animales en extinción, casi imposibles de encontrar en un centro urbano, algunas de ellas completamente extintas. De estos dos idiomas nativos, el primero que habita las regiones montañosas y altiplánicas del oeste de Bolivia, mientras que el segundo, antiguo idioma conquistador, es lengua común de al menos tres países de Latinoamérica y tiene unos 14 millones de hablantes. A pesar de que los números parecerían decir lo contrario ambos idiomas aparecen únicamente como conversaciones privadas en voz baja en los rincones y las grietas de los espacios públicos.

Los mercados son el tercer espacio donde con mayor facilidad puede escucharse estos idiomas, a veces interrumpiendo el castellano con palabras sueltas, a veces largas parrafadas entre vendedoras que su momentánea posición de poder les confiere. A pesar de estos esporádicos lugares, el primer idioma hablado continúa siendo el castellano. Esta presencia obligatoria de un idioma que comenzó como extranjero a veces atraviesa la frustración de aquellos que nunca han aprendido este segundo idioma de manera formal, otras veces aceptando en silencio la imposibilidad de comunicarse. Muchos de los hablantes nativos nunca han tenido aprendizajes formales ni del español ni de su propio idioma.

A pesar de esta descripción negativa de la situación, lo que está ocurriendo hoy en día permite alejarnos de estos hechos. La presencia de un hablante de una lengua indígena a la cabeza del gobierno le ha dando una nueva oportunidad al idioma y está permitiendo la esperanza de un cambio. Un cambio que sino es radical al menos intuye uno que llegará.
Desde hace años atrás diversas campañas, reformas educativas, periódicos y radios empezaron a darle mayor atención a las lenguas nativas pero el espacio público, gobierno, medios de comunicación, instituciones públicas, seguían estando habitados únicamente por el español. Con la elección del presidente Evo Morales se pudo ver por primera vez en un espacio público de tal importancia una persona de rasgos indígenas cuyo primer idioma no era el castellano. Evo Morales comete algunos de los mismos errores que un hablante de lengua nativa comete y más importante, era posible escucharlo hablar en Aymará.

Este hecho no ocurre únicamente con el presidente, en el congreso se empiezan a escuchar más frecuentemente idiomas indígenas y español con la imperfección de quienes lo usan como segunda lengua. Evo Morales desde el principio de su mandato tuvo bien clara la importancia de sus orígenes, no sólo como una herramienta política que le permitió aunar a millones de indígenas sino como el encuadre simbólico en el que su gobierno se movería, como su toma de poder pudo demostrar. Pero más allá de las decisiones del presidente, sus políticas acertadas o no, su gobierno marcado por enfrentamientos en referéndums e intentos de autonomía, su presencia en el espacio público cambio la forma de verse a si mismos a muchos bolivianos, y sobretodo la forma de ver su propio idioma.

El español hablado ante las cámaras con el lastre de un idioma que no es el propio; así como las burlas que periodistas nacionales e internacionales hacían a la supuesta incultura del presidente que se convertiría luego ya sea en respeto o en crítica política pero dejando a un lado el tema del idioma, se vio reflejado de cierta manera en la calle. Los idiomas indígenas habían sido finalmente validados en el espacio público.

Poco a poco el idioma en Bolivia está cambiando. El español sigue siendo la lengua más utilizada a nivel oficial, en los medios de comunicación e incluso en la calle. Pero ahora el quechua y el aymará tienen un brillo nuevo en los espacios donde antes eran sólo un murmullo. Hay un nuevo orgullo a los hablantes que están estrenando su propio idioma en lugares donde antes no se habían atrevido a hacerlo. Conversaciones en voz alta en autobuses y en la calle, en los comercios de zonas céntricas, en la escuela y en la soledad de los teléfonos móviles. Mujeres y hombres que siempre tuvieron que hablar bajando la cabeza, que murmuraban más que hablar y que se sentaban incómodos en el borde de la silla, ahora levantan la cabeza disfrutando estas palabras tan antiguas pero que tienen ahora un nuevo sabor. Hay orgullo en sus miradas. Y es esta la clave para que un idioma sobreviva, el orgullo de quienes lo hablan. Ellos saben que tienen algo especial, algo único y algo poderoso. Tienen un idioma propio con su propia historia y cultura, un idioma que puede ser minoritario o difícil de extenderse, pero ninguna de las dificultades son suficientes para acallarlos. Como otros idiomas que desarrollan y crecen con fuerza en otros países, los idiomas indígenas de Bolivia podrán empezar ahora a convertirte en una forma de expresarse no sólo en la intimidad, sino también en la política, la economía, los medios de comunicación. En fin, la paulatina ascendencia de los idiomas nativos al espacio público permitirá su afirmación como idioma válido para el comercio y la política, y poco a poco irá saliendo de su posición enjaulada y agarrotado para lograr su verdadera voz.

 

Biografía:

RiosMiguel Esquirol Ríos (La Paz, 1980). Nació en La Paz pero pronto pasaría a Cochabamba donde vivió casi quince años y donde acabaría sus estudios. Egresó como comunicador con especialidad en periodismo de la Universidad Católica. Vivió cinco años en España donde seguiría trabajando, estudiando y escribiendo. Acaba de terminar una maestría de literatura en español en los Estados Unidos. Ha ganado varios premios de literatura y publicado en diversas antologías como Memoria de lo que vendrá (Nuevo Milenio, 2000), Fulanita de Tal (2004 Barcelona) Migraciones de Arkham (Gente Común, 2005), entre otros. También se han publicado sus textos en diversos periódicos nacionales y en algunos españoles. http://elforastero.blogalia.com/