ÍndiceNavegación

índex català   Junio-Julio 2007 no. 59

hey joeHey, Joe

Juan Pablo Caja

 

Hey Joe, where you goin’ with that gun in your hand
 Jimi Hendrix

 

 

 

                     -Hey Joe, ¿adónde vas con esa pistola en la mano?
            -Voy a matar a mi mujer, que se acuesta con otro hombre.
            -Pero Joe, ¿estás seguro?
            -Sé lo que digo, yo mismo los vi, en mi casa.
            -Joe, ¿por qué no lo piensas antes?
            -Lo he meditado toda una noche y estoy decidido.
            -Joe, ¿ya sabes que vas a arruinar tu vida?
            -Mi vida es una ruina desde hace mucho tiempo. No tengo trabajo, bebo demasiado, mis hijos no quieren saber de mí. Y ahora mi mujer me engaña.
            -Joe, tienes que reflexionar, seguro que hay una manera de salir de esto.
            -Sólo hay una salida, y es esta pistola.
            -Hey, Joe, ¿por qué no vamos antes a tomar una copa y hablamos?
            -Ya he tomado demasiadas copas en mi vida. Llevo años tomando una copa antes de hacer algo que me parece importante, y siempre termino no haciéndolo. He tardado demasiado tiempo en reconocer que la bebida me hace daño, luego me siento mal y me arrepiento de lo que dije o de lo que hice; me arrepiento de maltratar mi salud de esta manera, pero eso ya se terminó.
            -Pero Joe, precisamente lo que quieres hacer es un error que solamente cometería un borracho o un loco.
            -No estoy borracho, pero sí loco. Loco de celos, de rabia, de indignación. Loco de miseria, de cirrosis, de hambre, de sueño que nunca recuperaré. Loco por acabar con todo esto.
            -Joe, tu mujer quizá no tenga la culpa.
            -Ella no tiene la culpa de nada, todo es culpa mía, lo sé, pero va a morir de todas maneras.
            -¿Y qué harás después, Joe?
            -Quizá me disparé un tiro, quizá no. Quizá prefiera pagar mi crimen en la cárcel, hacerme viejo a la sombra de los barrotes y, si algún día salgo, dejar un ramo de flores en la tumba de mi mujer.
            -Joe, déjame ver esa pistola.
            -Ni se te ocurra acercarte, o correrás su misma suerte.
            -Joe, estás llorando.
            -¿Acaso tú no llorarías? Ella se acuesta con otro. Lo sé, porque lo han visto mis ojos, los que ahora lloran. Lloran como han llorado toda la noche, todo el día. Los vi, te digo, y ahora tengo que hacer lo que tengo que hacer. Esta pistola fue de mi padre; él nunca la disparó, pero la tenía en un cajón de la cómoda de su dormitorio y una vez al mes la limpiaba en el porche de casa, con un trapo blanco y un poco de aceite. La desmontaba, frotaba el metal, hacía girar el tambor mientras silbaba "The shadow of your smile". A mí no me dejaba tocarla. Solamente una vez me dejó probar de dispararla en vacío. No tuve fuerza suficiente para apretar a fondo el gatillo. Apretaba con mis dedos tiernos de niño, pero el percutor apenas se movía. Mi padre se rió y me dijo que ahora yo ya lo veía, que eso no era cosa de niños, que algún día sí sería mía esa pistola, pero que deseaba que nunca tuviera que usarla. Eso me dijo, y volvió a silbar y a frotar el metal. Mírala, cómo brilla, mira la empuñadura, mira el cañon, mira el gatillo. Mírala, la he limpiado una vez al mes desde que murió mi padre. La he limpiado sentado en el porche, con un trapo blanco. Yo no silbaba "The shadow of your smile" porque nunca me gustó esa canción. Ni siquiera sé silbar, en verdad. Pero la pistola brilla y hoy voy a tener que usarla. Se acuesta con otro, te lo digo porque lo sé, y eso es algo que no puedo consentir.
            -Hey, Joe, ¿de dónde vienes con esa pistola en la mano?
            -Vengo de matar a mi mujer.
            -Joe, ¿cómo has podido hacerlo?
            -Ella se acostaba con otro. No me quedaba otro remedio.
            -Te van a ahorcar, Joe.
            -Estaba en casa, tumbada en el sofá, me vio entrar, vio mi pistola y supo qué iba a pasar. Me miró con ojos de acero. Yo volví a llorar. Tiré la pistola al suelo, y me arrodillé frente a ella. Lloré sobre sus piernas.
            -Joe, ¿pero no dices que la mataste?
            -La maté, y todo lo que te he dicho ocurrió. Lo hice, pero a ti ya no voy a contarte cómo fue. Eso quedará entre ella y yo.
            -¿Y Dios, Joe?, ¿no crees en Dios?
            -A ese Dios ya le dije en su día todo lo que tenía que decirle.
            -Te ahorcarán, Joe.
            -Me voy. Me voy lejos. Antes de que me cojan, me voy. Toma mi pistola. La compró mi padre hace ya mucho tiempo para que yo pudiera usarla hoy. Tómala, yo ya no la necesito. Entrégasela a la policía, si quieres. Si no lo haces, y te la quedas, mantenla limpia, desmóntala y frota sus piezas una vez al mes con un trapo de algodón. Algún día puedes necesitarla. Algún día un hijo tuyo querrá usarla.
            -No voy a hacerlo, Joe, y lo sabes.
            -¿Conoces alguna canción? Me gustaría oírte silbar.

           
           
            © Juan Pablo Caja 2007
           
BIO:
Juan Pablo CajaJuan Pablo Caja
nació en Palma, Mallorca, en 1963, pero reside en  Barcelona, en el barrio de Gràcia. Se dedica profesionalmente a la  publicidad, oficio en el que ha ganado premios en los más importantes  certámenes creativos internacionales. Además de relatos en diferentes  diarios y revistas, y de alguna incursión como guionista de cómic y  de cine, ha publicado el libro de microrrelatos Intermedio (Calima  Ediciones, Palma, 2003). "Hey Joe" pertenece al libro Relatos de  vinilo, cinta magnética y celuloide, de próxima aparición en la  colección Biblioteca Íntima, de March Editor (Barcelona). Puedes saber más sobre Juan Pablo Caja en juanpablocaja.axolot.net

Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso.

navegación:

índex català      

tbr junio - julio   n° 59

F i c c i ó n

Carmen Boullosa
Mi copa, las tres de Darío, las tres veces de Pedro y la obsesión por el número tres de Nikola Tesla
Jorge Carrión GR-83
Juan Trejo Emboscada
Iris Zavala  Fragmento de Percanta que me amuraste
Juan Pablo Caja Hey, Joe
Alejandro Tellería No hay cielo pa’ tanta gente

p o e s í a

1997 – 2007: Diez años de poesía

n o t a s   d e   a c t u a l i d a d

Para leer a Iris Zavala

r e s e ñ a s

Afterpop: La literatura de la implosión mediática
Eloy Fernández Porta


Crítica de la razón gastronómica
Javier Pérez Escohotado


En el remolino
José Antonio Labordeta


s e c c i o n e s   f i j a s

Reseñas
Breves críticas
(en inglés)
Ediciones anteriores
Página del editor
Envío de textos
Audio

Enlaces

www.barcelonareview.com  índice | inglés | catalán | francés | audio | e-m@il