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índex català  septiembre-octubre  n° 38

A vueltas con el azar: el retorno de Paul Auster
por Daniel Sánchez Peralta


Paul Auster regresa a la escena literaria con la novela El libro de la ilusiones, que revalida su lugar de excepción dentro del panorama literario mundial. Daniel Sánchez Peralta hace un recorrido por la obra literaria y cinematográfica del escritor neoyorquino a través de dos de sus elementos clave: el azar y la grandeza humana.

La reciente publicación El Libro de las ilusiones ha devuelto a la escena al escritor norteamericano Paul Auster. Se engrandece así el fenómeno literario Auster, autor que cuenta con innumerables lectores, uno de los escritores con más páginas en Internet dedicadas a glosar su obra o biografía y del que en cierto sentido podemos hablar como un autor de masas. A pesar de la posible carga peyorativa de esta definición la ficción de Paul Auster escapa a toda clasificación portada Austergracias a la de realidad y fantasía que transporta al lector a apasionantes relatos, marcados por ciertas temáticas recurrentes a lo largo de toda su obra, que supone uno de aquellos casos en los que se aúnan en perfecta armonía la calidad literaria con un rotundo éxito comercial. Auster nació en Newark (Nueva Jersey) en 1947. Estudió en la Universidad de Columbia. Tras trabajar en un barco petrolero vivió durante cuatro años en el sur de Francia, durante este periodo se dedicó a la traducción literaria ( Mallarmé, Blanchot, Sartre...). Desde 1974 reside en Brooklyn, Nueva York, con su mujer y sus dos hijos.

Tras unos primeros pasos en el mundo de la poesía, Paul Auster se introdujo en la novela con una primera obra dedicada a su padre, recién fallecido. El reconocimiento como narrador no le llega hasta 1987, año de la publicación de La Trilogía de Nueva Cork, a la cual no dejaron de sucederle grandes títulos: El país de las últimas cosas (1988), El palacio de la luna (1989), La música del azar (1991) Leviatán (1992), Mr. Vértigo (1994) y así hasta llegar a Tombuctú (1999), todas ellas editadas en España por la editorial Anagrama.

Muchos dudaron, tras la publicación de Tombuctú y el posterior acercamiento al cine, que el escritor neoyorquino volviera a escribir otra gran novela, muchos daban por desaparecida aquella capacidad para atrapar al lector con historias mágicas narradas de un modo aparentemente simple. Por más que Tombuctú fuera una historia deliciosa, perfecta para introducirse en el mundo de Auster, supuso una cierta decepción para sus lectores. Tal vez por la sensación de estar releyéndolo o por la forma en que abordó uno de sus eternos temas, la crisis del individuo al verse superado por las circunstancias. En este caso Auster trasladó la experiencia humana a las carnes de un perro que sufre la pérdida de un ser querido. Mr. Bones, el perro del estrafalario poeta Willy Christmas, ve como la muerte de su propietario le deja sumido de forma irremisible en la desorientación más absoluta.

La pérdida de un ser querido es un tema recurrente en la obra de Auster y a este hecho le sucede siempre un periodo de desorientación total que lleva a sus protagonistas a dejarse arrastrar por el azar. Esto se refleja también en otras obras del escritor neoyorquino. Su primera novela, La invención de la soledad (1982), ya vino motivada por la muerte de su padre. La obra se desarrolla a partir de la pregunta del propio autor acerca de quién fue su progenitor. La figura paterna existe por ausencia en la obra de Auster y podemos considerarla una de las causas que explican en contadas ocasiones la aparente falta de apoyo familiar de sus personajes.

Esta pérdida de la "normalidad" es una constante en la obra de Auster y ha continuado así hasta llegar a la más reciente, El libro de las ilusiones. El autor saca de su rutina a personajes que podríamos considerar nuestros semejantes, buenas personas que ven como toda la seguridad en la que vivían se desmorona, y la vida por momentos se transforma en una frenética montaña rusa que los acabará enfrentando a la realidad tal y como son. En La música del azar, Nash es la personificación de la desesperación al inicio de la obra, surcando como un poseso las carreteras norteamericanas a bordo de su Saab rojo para llegar a ninguna parte, tras ser abandonado por su esposa. Las primeras palabras de la novela nos presentan de forma explícita la situación del protagonista: "Durante un año no hizo otra cosa que conducir, viajar de acá para allá por los Estados Unidos mientras esperaba a que se le acabara el dinero". Diversos temas atraviesan la obra aunque cobra especial importancia la pérdida de un ser amado, ya que este aspecto supone siempre la entrada en escena de un azar que rompe inexorablemente el hilo narrativo de la novela. En su obra más significativa en este sentido, La música del azar, ya aparece al inicio una cita de Faulkner que se nos presenta como una premonición "Hasta que un día, asqueado, lo arriesga todo al ciego azar de una sola carta".

Daniel Quinn en La ciudad de Cristal, primer volumen de La Trilogía de Nueva York, se encierra en un apartamento a escribir novelas policíacas tras perder a su mujer e hijo. Antes había sido un escritor de prestigio pero el devenir de las cosas lo lleva por otros derroteros. Según Auster "Una parte de él había muerto [...] y no quería que volviera a aparecérsele". En El libro de las ilusiones, David Zimmer se abandona al alcohol tras la muerte de su mujer e hijos: "Durante varios meses, viví en una niebla alcohólica de dolor y lástima de mí mismo". La fragilidad humana recorre la obra de Auster junto a la presencia del azar, tanto para lo bueno como para lo peor. Los personajes acostumbran a ser buenas personas sacudidas por los acontecimientos: "En mis novelas, el carácter central desea ser una buena persona, éste es su propósito esencial: la conducción de una vida, como apenas una moraleja ejemplar. Pero alrededor de estos 'héroes' gravitan otros caracteres, los que son como todo el mundo, que piensan en el dinero y el sexo, que aman comer y beber".

Hubo quien dudó que su capacidad narrativa volviera a sumir al lector en la magia de obras anteriores como La trilogía de Nueva York o Leviatán. El posterior acercamiento de Auster al cine se concretó en tres buenos filmes en los que participó como guionista (Smoke, Blue in the face) o como director (Lulu on the bridge), para él este periodo significó un alejamiento consciente de su habitación de escritor, una pausa intencionada para dedicarse a otra de sus pasiones.

portada AusterA pesar de esta renuncia a la escritura, Auster retoma sus obsesiones en la gran pantalla, podemos encontrar ciertos paralelismos entre la obra cinematográfica de Auster y sus novelas, como el carácter de sus protagonistas, la casualidad como elemento narrativo o el amor por la obra efímera o más bien por grandes acciones sin ninguna utilidad aparente. Se trata de un aspecto que aparece a lo largo de toda su obra: el álbum fotográfico del estanquero protagonizado por Harvey Keitel en Smoke , los números de levitación de Mr. Vértigo, el mundo creado en La música del azar o las películas, finalmente quemadas, del protagonista de su última novela, Hector Mann, son monumentos a un arduo trabajo que no recibirá aplausos, que no tendrá ningún tipo de recompensa. Así lo explica en una entrevista "Llevo años pensando en hacer un documental titulado El arte de la inutilidad. Sería sobre tres norteamericanos que conozco, todos brillantes, todos dedicados a la práctica de ciertas artes extrañas, que la gente suele considerar como meros entretenimientos infantiles" (...) "Todo ese esfuerzo humano al servicio de una causa menor, tan efímera: ése es, creo, el costado más bello de la humanidad". Las artes extrañas a las que hace referencia son el funambulismo, la magia y la cartomancia.

Tras este periodo cinematográfico y tras la publicación de la obra autobiográfica A salto de mata (1997), Auster se embarcó en el experimento de compilar y editar un volumen de relatos de la vida norteamericana realizados por oyentes de un programa radiofónico en el cual participaba en la emisora neoyorquina NPR. Creía que mi padre era Dios (2001), una curiosidad editorial avalada por la edición de Paul Auster y también en parte por su éxito mediático. Son historias escritas por gente de diversas edades, condición y origen. Auster seleccionó ciento ochenta entre los más de cuatro mil relatos que recibió. Algunos están francamente bien pero a estas alturas pocos de sus lectores tendrán todavía la voluminosa obra en su mesa de noche.

Tras algunos años sin disfrutar de la lectura de otra gran novela de Paul Auster, el autor neoyorquino nos ha sorprendido a todos con la que es, para algunos, su mejor obra. El libro de las ilusiones empieza con una tragedia, David Zimmer ha dejado de ser un profesor de éxito tras la muerte de su mujer y sus hijos en accidente aéreo. Su vida está sumida en una nube de alcohol y depresión, nada es capaz de sacarlo de este letargo hasta que a los seis meses del fatal accidente algo le provoca una leve sonrisa. Amodorrado ante el televisor se cruza con un fragmento de una película cómica de los años veinte que le provoca una leve sonrisa retornándolo así al mundo de los vivos, de este modo empezará una aventura, la investigación de la vida de uno de los mejores personajes literarios de los últimos tiempos, el actor Hector Mann.

Auster vuelve a la investigación de una biografía, tema recurrente en su obra, y entrelaza, a partir de la vida del enigmático Héctor Mann, las vivencias de David Zimmer y las de quienes le rodean creando, a modo de cajas chinas, historias dentro de historias. La cita de Chateaubriand con la que empieza la novela ya nos da alguna pista a este respecto: "El hombre no tiene una sola y única vida, sino muchas, enlazadas unas con otras, y ésa es la causa de su desgracia". El personaje de Alma es quien une aquí las vidas de los dos protagonistas, llevando a David hasta la cama del moribundo Hector Mann. David Zimmer vive por entero para olvidar su propia vida y dedicarse al estudio del actor hasta que Alma irrumpe en su vida para sacarlo a flote. David redescubre el amor y la sensación de vivir hasta que en un sorprendente final la historia se repite y Alma muere, sin embargo David mantiene su entereza y vemos como los acontecimientos actúan como un purgante. Una travesía tras la cual el protagonista encuentra la paz y la normalidad perdidas.

Diversas líneas trazan la obra de Paul Auster desde su primera novela. El autor concibe su narrativa como un conjunto por el cual se explayan sus temáticas. El dolor y la alegría de vivir, la vida y la muerte, el blanco y el negro, un juego de dualidades por el que transitan todos sus personajes. Sus obras son como continentes de ideas que no por su reiteración aburren al lector, los argumentos giran en torno a la casualidad y la sincronía, si bien esta ha sido una constante en su obra, Auster explota hasta las máximas consecuencias la influencia de la coincidencia en El libro de las ilusiones; aunque se trata de un azar que encaja a la perfección en una narración realista, como ha manifestado el autor en más de una ocasión: "Yo me considero un realista en el sentido más estricto de la palabra. El azar es parte de la realidad; continuamente nos vemos transformados por las fuerzas de la coincidencia". El gran personaje de Paul Auster no tiene rostro ni apariencia, es "lo desconocido" que nos acecha. Su prosa es sencilla pero hipnótica, que atrapa sin remisión al lector gracias a un perfecto dominio de la narración clásica. Auster llegó a afirmar que toda su obra era en realidad el mismo libro, "La historia de mis obsesiones. La saga de las cosas que me perturban. Me guste o no, todos mis libros parecen girar en torno a los mismos interrogantes, a los mismos dilemas humanos. Para mí, escribir no es una cuestión de libre albedrío, es un acto de supervivencia".

© Daniel Sánchez Peralta 2003
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BIO:

Daniel Sánchez Peralta: (Palamós:1974). Estudió Filología en la Universidad de Barcelona especializándose en literatura italiana. Se desempeña como profesor de lengua y cultura española y catalana en Barcelona. En la actualidad prepara la edición de la obra teatral Pilade del autor italiano Pier Paolo Pasolini.

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