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índex català   mayo - junio  2003  n° 36

véase ensayo: Ficciones de la crueldad social, TBR 35

SOBRE LA DIFAMACIÓN MEDIÁTICA Y RETIRADA DE LA CIRCULACIÓN DEL LIBRO DE
HERNÁN MIGOYA "TODAS PUTAS"


Eloy Fernández Porta

Amigos y conocidos:

Supongo que algunos de vosotros habréis visto ya, sea en televisión o en la prensa escrita, las noticias relacionadas con el libro de relatos de Hernán Migoya "Todas putas", recientemente publicado por la editorial El Cobre. Por si no habéis tenido ocasión de informaros, lo resumo brevemente: el pasado sábado, en un plazo de unas doce horas entre el mediodía y la noche, los medios presentaron tres noticias consecutivas: en primer lugar, se anunció la protesta, presentada por un grupo de defensa de la mujer, por el contenido del libro; a renglón seguido, se describió la incorporación de esa protesta al discurso electoral del PSOE, con declaraciones de Trinidad Jiménez y Jesús Caldera, entre otros; y, a última hora de la noche, y tras algunas explicaciones ofrecidas por la editora del libro y directora del Instituto de la Mujer, Miriam Tey, la prensa se hizo eco de la decisión, tomada por esta última, de retirar el libro de la circulación. No acaba ahí el asunto, sino que desde varios lados se ha pedido la dimisión de Tey, y se ha anunciado la apertura de un proceso legal que los implicaría a ella misma y al autor del libro. Todas las noticias vienen acompañadas de extractos de los dos relatos –el libro tiene quince- que son el origen las protestas: el texto que abre el volumen, titulado "El violador", y un segundo relato breve, que lleva por título "Porno del bueno".
El libro de Hernán Migoya no sólo no contiene ninguna apología, ni explícita ni implícita, de la violencia contra las mujeres

Creo que no me meto en camisa de once varas si doy mi opinión sobre este tema y trato de difundir una información alternativa a la que la prensa está dando. Y eso, en primer lugar, porque leí el libro en galeradas –lo cual me pone en una posición algo distinta a la de la mayor parte de los informadores, que han elaborado noticias a partir de extractos de dos cuentos– y ,en segundo lugar, porque hace ahora dos meses publiqué, en el marco de un artículo más extenso, una reseña de "Todas putas" que, si no me equivoco, debe ser la única crítica literaria que se ha hecho del libro -aparte de las notas de prensa y entrevistas con el autor que han ido apareciendo en otros medios. Para quien pueda interesar, adjunto al final de este mensaje el enlace a la página electrónica donde se publicó el artículo, la cual contiene a su vez el enlace a otra página donde se puede leer el relato que ha dado lugar a toda esta discusión. No estará de más subrayar que el contenido de ese artículo, que los lectores entendieron en su momento como una crítica favorable, lo suscribo ahora letra por letra.

Tal como yo la veo, la noticia sobre "el libro que hace apología de la violación" es una tergiversación y un infundió en que se juntan el desconocimiento de la fuente, la incapacidad patente para leer un texto literario, la mala fe deliberada y los bajos instintos electorales. El libro de Hernán Migoya no sólo no contiene ninguna apología, ni explícita ni implícita, de la violencia contra las mujeres, sino que constituye una crítica aguda y contundente de las construcciones culturales e ideológicas de la mujer y del hombre –incluyendo las construcciones de la violencia física y psicológica. Para ello el autor se sirve, en "El violador", del punto de vista de un delincuente sexual, que describe en primera persona sus fechorías y es presentado buscando justificaciones para sus actos, en un soliloquio psicótico que, a todas luces, no busca otra cosa que suscitar la indignación moral contra el personaje –indignación que algunos lectores han decidido trasladar al autor. Lo que han hecho los medios de comunicación –reproducir tres citas, sacarlas de contexto e identificar abusivamente el punto de vista del narrador del relato con el del autor del libro- es un juego absurdo que cualquiera de nosotros podría jugar en su casa, tomando un ejemplar de "Crimen y castigo", de "El extranjero" o de "Lolita" y simulando leer el texto como si no fuese una construcción ficcional y un discurso ético sino una confesión literal de la conciencia moral de su autor. (Por cierto que, puestos a jugar a este juego, que ciertamente se jugó en los tribunales en el caso de "Lolita" , ¿por qué no considerar a Nabokov como un apólogo de asesinato –que es el crimen del que su narrador se enorgullece- antes que de la pederastia –que es un crimen del que acaba arrepintiéndose?) Lo mismo reza para el segundo cuento.

...el proceso de difamación que están sufriendo ella misma y Hernán Migoya, constituyen la vulneración más grave de la libertad de expresión que se ha dado en la industria editorial de este país desde el secuestro judicial del "Hitler = SS" de Phillippe Vuillemin

Desde que empezó esta discusión ha habido también intervenciones en que, con mejor intención que puntería, se ha querido defender el libro describiéndolo como una crítica al lenguaje de lo políticamente correcto o apelando a la ironía como potestad del artista. Aunque en una situación de censura y difamación, como es la presente, cualquier réplica debe ser bienvenida, yo no creo que sea esa la línea de defensa más adecuada. La ironía y la crítica a los códigos dominantes son rasgos que se le presuponen a cualquier obra que merezca ser leída; si "Todas putas" merece ser leído no es sólo por ellos, sino porque es un libro que tiene la valentía de intentar describir la inmoralidad como una conciencia que piensa y que se quiere inocente y trata de convencerse a sí misma de que lo es -y no como un monstruo incomprensible. Por supuesto, hubiera sido más sencillo para el autor, y menos comprometido –en el doble sentido de la palabra-, remitirse a la tercera persona del singular para describir los actos del violador como un narrador omnisciente y sus pensamientos como un dios que lee la mente de sus personajes; pero también se habría perdido la verdadera carga crítica y civil que el libro posee. Mi respuesta personal a este asunto no es esteticista –no es del tenor de "el arte siempre es provocación"- sino estrictamente moralista: libros como este son necesarios para elaborar una crítica consistente de la violencia de género -y de cualquier otra. Por lo demás, la acusación de apología de la violencia de género resulta difícil de sostener a propósito de un libro que fue escrito por encargo editorial de la directora del Instituto de la Mujer, que está dedicado a otra mujer y que fue presentado por otra (por cierto: ¿con qué frecuencia sucede que un escritor le pida a una escritora que le presente su libro? ¿Y con qué frecuencia sucede lo contrario? Acaso ahí sí haya alguna muestra de violencia de género.)

También me ha sorprendido la frivolidad de alguna gente que me pregunta si al fin y al cabo el libro en cuestión "está bien escrito o no" (presuponiendo, al parecer, que de no estar bien escrito sería una buena idea retirarlo de la circulación). Mi opinión sobre el estilo del libro ya la dejé dicha en su momento; lo que me importa señalar ahora es que las presiones políticas y mediáticas que ha recibido Miriam Tey para retirarlo de la circulación, y el proceso de difamación que están sufriendo ella misma y Hernán Migoya, constituyen la vulneración más grave de la libertad de expresión que se ha dado en la industria editorial de este país desde el secuestro judicial del "Hitler = SS" de Phillippe Vuillemin –medida ésta que, como algunos ya sabéis, fue refutada en segunda instancia por el juez. Aunque espero poder explicar este asunto en forma de artículo de opinión, lo cierto es que por ahora no parece haber muchas posibilidades de hacer tal cosa, así es que me parece especialmente importante que aquellos de vosotros que tengáis algún tipo de presencia en los medios dispongáis de esta información.

Un saludo,

ELOY
véase ensayo: Ficciones de la crueldad social, TBR 35
y www.ctv.es/USERS/patxiirurzun/cinco/violador.htm

© Eloy Fernández Porta 2003

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