The Barcelona Review

Facebook



twitter

imageAna Pérez Cañamares

 

 

 

GENERACIONES

 

Antes de morir, mi madre dijo mamá, ven
mientras me miraba sin verme;
yo dije mamá, quédate  
abrazando su cuerpo diminuto
envuelto en pañales y olor a talco;
mi hija dijo mamá, no llores
y me acarició la cabeza consolándome.

 

Cuando mama murió, durante unos segundos
no tuvimos muy claros los lazos  que nos unían
no supimos quién se había ido
y quién se había quedado
ni en qué momento de nuestras vidas
estábamos viviendo

 

o muriendo.

 

 

(De La alambrada de mi boca)

______________________

 

HIJO MÍO

 

Que soy libre, me dicen.
Pero si quisiera tener otro hijo
tendría que llevarlo al Banco de la esquina
porque suya es mi casa.
Mi niño llamaría padre al director
y madre a la cajera
aprendería a andar con una silla de oficinista
dormiría en un cajón del archivador
y yo sólo sería un pariente lejano
que le sonreiría desde mi puesto en la cola.
Me pasaría de vez en cuando con la excusa de ampliar la hipoteca
sólo para ver qué tal me lo crían
cómo le afecta el aire acondicionado
si sabe poner un fax
y si el director le regala un juego de sartenes

 

por su cumpleaños.

 

 

(De La alambrada de mi boca)

______________________

 

EL CONTRATO

 

A todo me he entregado
como si fuera a durar.
Con cada persona
cada casa
cada ciudad
firmé un contrato
escrito sobre la piel.

 

Para decir adiós
he tenido que arrancarme
las cláusulas
a tiras.
Así ha sido
una y otra vez.
Con cada persona
cada casa
cada ciudad.

 

La letra pequeña
se esconde ya
entre cicatrices.

 

 

(De La alambrada de mi boca)

______________________

 

LAS PIEDRAS

 

Durante las vacaciones
recogemos las piedras
que el mar nos regala.

 

Son las piedras con las que luego,
en el invierno, reconstruimos
las ruinas de nuestras guerras.

 

No sólo les pedimos
que resistan.
También que nos recuerden

 

que el mar existe.

 

 

(De Alfabeto de cicatrices)

______________________

 

Despierta cada día con orgullo
por haberte traído hasta aquí.
Pero para viajar más allá del espejo
arrepiéntete. Arrepiéntete.

 

Antes de salir al mundo, levanta
un memorial a los ahogados.
Sus cuerpos son los escalones
que te llevan hasta la calle.

 

 

(De Las sumas y los restos)

    

______________________

 

Para Varsovia

Estoy tomando una cerveza
frente a lo que fue tu casa.
Ahora tu casa es un símbolo
y los símbolos no son habitables.
Para ti debió de ser
lo que nunca tendrían
que dejar de ser las casas:
entrechocar de platos
risas que estallan
sábanas estiradas para proyectar
la película velada del sol:
una película que habla de felicidad
o cuanto menos
de la seguridad de un refugio.
Refugio del trasiego y los ruidos de la calle.
Nunca del horror.
A través de los visillos
el horror no se presupone.

 

Me cuentan historias. Soldados
lanzando niños a través de las ventanas.
Soldados cortando barbas y patillas
a navaja, en la calle, carnavales de humillación.
Me cuentan historias, pero tu casa
no parece propiedad del infierno.
Está vieja, sí, y hay algún agujero de bala
bajo un alféizar, como marcas de los dedos de dios
al hundirse en arcilla. Distinguiendo
a los elegidos de los condenados.
A pesar de todo, como todas las casas,
sigue teniendo algo
de tierno y de inexpugnable.

 

Estoy bebiendo una cerveza.
No a mi salud, ni a la tuya.
¿Qué podría decir de ti?
De ti no tengo recuerdos
y siento pudor de imaginarte.
Tengo memoria de la humanidad.
Aún la tengo. Y tengo también una casa.
La recuerdo ahora: los platos
las sábanas, las cortinas, la puerta:
el foso que ningún ejército
ha puesto a prueba. Los tesoros
que me delatan como ilusa propietaria.

 

Pero más allá o más acá de las casas
hay un lugar. Un lugar que
aunque queramos compartir
aunque quieran invadir
no es un territorio ni una ruina.
Es el lugar al que escapaste
un segundo antes de que la puerta
fuera derribada. O un segundo después.
Cuando comprendiste que las casas
pueden parecernos un universo
pero ni siquiera son un país.
Y un grito en otro idioma
las derrumba como cabañas de paja.
No soportan la violencia de los extraños.

 

Tiene que haber un lugar.
El lugar que no me revela tu foto.
El lugar que otros no destruyen
con palabras o con bombas.
Rata allí no significa nada.
El dolor puede nublarlo
pero no lo tapia.
Es el gueto que levantamos
dentro de nosotros.
La tumba que elegimos ocupar.
No la que nos señalan.

El búnker dentro de ti.

 

(De Las sumas y los restos)

______________________

 

Soy lista como un ángel
los segundos previos
a escribir el poema.

 

En el poema soy prudente:
cada verso un tablón
para cruzar el abismo.

 

Lejos del poema soy torpe
y los recuerdos no traen sabiduría
sino imágenes talladas en granito.

 

No vuelo, ni ando, ni me hundo.
Escribo palabras como barandillas.

 


Me asomo desde ellas y no me caigo.

 

(De Las sumas y los restos)

______________________

 

 

Pocos saben que tengo otra hermana.
El azar nos separó al nacer.
Yo mamaba la leche de mi madre
mientras ella se secaba al sol.
Cuando perforaron mis orejas
ella recibió la ablación del clítoris.
Follé con hombres y sufrí por todos;
a manos de uno solo se quebró ella.
Me separé, lloré, abandoné mis sueños.
Ella murió unas cuantas veces
bajo piedras, ácido, sida y malaria.
Su cuerpo se deshizo y se recompuso.
En una o dos ocasiones fue feliz de morir.
Mi hija creció; mi hermana murió en el parto.
Años después parió una niña y se la quitaron.
Yo veo mi cuerpo envejecer; ella no tiene espejo.
Me pongo cremas antiarrugas
pero toda ella es un surco.
Yo hago listas de lo que le duele:

 


pero ella es la que administra su dolor.

 

(De Las sumas y los restos)

______________________

 

 

Los platos que me regaló mi madre
están ya deslucidos y pasados de moda.
Cuando hacemos limpieza
nos miran como enfermos agonizantes
que no entienden qué queremos de ellos.

 

Pero son los platos que me regaló mi madre
que ya nunca volverá a regalarme
nada.

 

Si un día nos decidiéramos a tirarlos
intentaré escuchar su voz en mi cabeza:
las cosas, hija, son sólo cosas”.

 

Mi madre no está en un plato.


Mi madre está en el pan que como.

 

(De Las sumas y los restos)

______________________

 

 

Vuestras manos:
que tiraron de una mula
que recogieron la leña
y que curaron heridas
que remendaron sus ropas
que pusieron inyecciones
y que pagaron facturas
que firmaron hipotecas
que removieron las gachas
y levantaron del suelo
a los hijos, que perdieron
guerras y se retorcieron
a causa de la artrosis.

 

Vuestra manos:
que debieron entender
tan poco de este mundo
que ya no las necesitaba.

 

A veces las veo en otros
como si fueran un préstamo
como si no se resignaran
a dejar de ser ya útiles.

 

Vuestras manos:
algún día colgarán

 

de mis brazos.

 

 

(De Las sumas y los restos)

______________________

 

 

Cuando el sol ya sólo se adivina
en su reflejo sobre los pájaros
que vuelan fuera de tu alcance

 

es la hora de cerrar los oídos
a los gritos que te apremian
y escuchar los ecos que vienen
de lejos para susurrarte:

 

defiende tus alas.

 

 

(De Las sumas y los restos)

______________________

 

Avanzáis y mi conciencia se estira
hasta ser toda campo de batalla.
Por tierra, mar y calles avanzáis
y sé que no habrá exilio ni tregua
que me libren de este cuerpo a cuerpo.
Sois las decisiones del jarabe amargo
del por tu bien lo hago aunque me duela:
la conquista de las verdes praderas
la ciencia moderna de la tortura
el arte de la violación como arma
la esclavitud de todos los distintos.
Y ahora formáis  para el paseíllo
y la foto, escaláis las laderas
de mis lumbares, dejando la espalda
perdida de estandartes y deshechos.
Yo esgrimo un lirio del valle, el lápiz
que me adorna y ordena las heridas.
Blando un amor que aún sería más grande
si no temiera mirar al matarife
y al cordero. Avanzáis engalanados
con las plumas de firmar sentencias
cheques al portador y nombramientos.
Aprisa reúno mis huestes de niños
bautizados por multinacionales
y me esfuerzo en aprender sus apodos
para ser una entre anónimos.
Tengo que perder el miedo a encontrarlos
en un callejón y que me pidan cuentas.
Tengo que enarbolar la rabia rebuscada
en las basuras y saliros al paso
con un ejército de perros rotos.
Estáis aquí, detrás de mis párpados.
Pensáis que me tenéis por fin rodeada.
Pero hasta aquí os traje porque esto es mío.
Mi cuerpo. Mis delirios. Mis fiebres.
Mis tesoros. Mis amantes. Mis hamacas.
La historia alternativa, la no dicha.
Tengo un nosotros que oponeros por sorpresa.
Son otras nuestras sumas y oraciones.
Son otros nuestros barcos de papel.
Ardemos como azules zeppelines.
Yo no soy sólo yo. Os he engañado.

 

(De Economía de guerra. Inédito)
      

© Ana Pérez Cañamares

PerezAna Pérez Cañamares (1968) nació en Santa Cruz de Tenerife y vive en Madrid. Algunos de sus cuentos han aparecido en antologías como Por favor sea breve (Editorial Páginas de Espuma,), Mujeres cuentistas (Editorial Baile del Sol), Beatitud. Visiones de la Beat Generation (Baladí) o Al otro lado del espejo. Narrando contracorriente (Escalera), entre otras. También colabora con sus poemas en las antologías Resaca/Hank Over. Un homenaje a Charles Bukowski (Random House Mondadori), 23 Pandoras. Poesía alternativa española (Editorial Baile del Sol), La manera de recogerse el pelo. Generación Bloguer (Bartleby Editores), Mujeres en su tinta. Poetas españolas del S. XXI (A Fortiori), etc., así como en distintas revistas impresas y digitales.
En el año 2007 publicó su primer libro de poemas, La alambrada de mi boca (Editorial Baile del Sol), cuya segunda edición apareció en el 2009. En la misma editorial se reeditó su libro de relatos En días idénticos a nubes, y publicó su segundo poemario, Alfabeto de cicatrices (segunda edición, 2013). En el año 2012 han visto la luz Entre paréntesis (Casi cien haikus), con la editorial La Baragaña, y en el 2013 Las sumas y los restos, “V Premio de Poesía Blas de Otero- Villa de Bilbao 2012”, publicado por la editorial Devenir.


       Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review.
      
       Rogamos lean las condiciones de uso