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 PERFIL POÉTICO:  3 Poemas | Lectura (audio)
 ENRIC CASASSAS: Entrevista por Melcion Mateu
   
Enric Casassas (Barcelona, 1951) es uno de los principales poetas catalanes del momento. Sus preferencias literarias son variadas y abarcan un abanico muy amplio, aunque como muestra se puede decir que es un amante de Jacint Verdaguer, por un lado, y de la literatura arturiana inglesa y de la literatura norteamericana, por otro. Se dio a conocer con la publicación de No hi érem (Barcelona: Editorial Empúries, 1993) y El poble del costat ( Barcelona: Empúries, 1993). Ha conseguido importantes premios con los poemarios Calç (Barcelona: Edicions Proa,1996) y D'equivocar-se així (Barcelona: Edicions 62, 1997). Su último libro, De la nota del precio de la cena del mozo, del cual publicamos un poema, ha aparecido en formato bilingüe castellano-catalán (Ediciones del Khan, 1997). En este número encontraréis además dos poemas inéditos del autor.  

 
BR: Estamos en un momento de convivencia de poéticas muy diferentes: verso libre y métrica tradicional, "poesía de la experiencia" y poesía experimental... ¿Cómo ves esta diversidad? ¿Cómo te sitúas en ella?

EC: Creo que me apunto a todas estas líneas de la poesía. Las veo como afluentes de un mismo río que seguramente acabarán encontrándose. Esta misma diversidad y la posibilidad de elegir entre, por ejemplo, ser abstracto o figurativo, constituye parte de la ruptura con la primera mitad del siglo XX.


BR:
¿Crees que lo que está pasando en la poesía catalana es distinto a lo que pasa en otras tradiciones? ¿Hay alguna diferencia más o menos esencial entre la poesía escrita en catalán y la que se escribe en otras lenguas?

EC: Esto es algo que no acabo de tener claro. Por un lado, creo que la poesía, aunque use una lengua particular, no está en ningún idioma: es el idioma primigenio, el del hombre primitivo. Aunque se materialice en un idioma particular, aparecido en unas circunstancias históricas concretas - como en el caso del catalán -, no es necesariamente distinta en una lengua o en otra. Por otro lado, si vas leyendo quizá encuentras en la poesía catalana una especie de panteísmo sencillo, cierta aspiración a la claridad y al paraíso terrenal, al alcance de la mano. No sé si me lo imagino, si me lo han dicho o si existe realmente: siempre que intentas hacer una delimitación de este tipo hay autores que no encajan bien en ella, empezando por Ausiàs March, que tiene ese punto de dureza mística que lo hace, quizá, más cercano a la poesía española.


BR:
En tus libros encontramos formas y registros muy diferentes, pero aún así no es difícil encontrar puntos de contacto entre ellos. ¿Sigues un planteamiento previo en el momento de ponerte a escribir o vas ordenando en libros los poemas una vez escritos?

EC: Escribo un poco todo a la vez, sin un planteamiento previo aparente, pero creo que hay una evolución. Empecé con el poema en prosa de inspiración surrealista, después pasé a la época medieval, y fui rehaciendo la historia europea: el renacimiento y el barroco, con los sonetos, hasta llegar al siglo XX con Uh.


BR:
Tus dos últimos libros, Uh y De la nota del precio de la cena de mozo son también muy distintos. ¿Cómo surgieron?

EC: Uh es lo último que he escrito de una tirada. De la nota del precio... es una selección entre la montaña de poemas en prosa que tengo de diferentes épocas. Para mí, el poema en prosa es muy importante. Siempre los he escrito y casi nunca los he publicado. Conocí a este pequeño editor que lleva Ediciones del Khan y realicé una selección que tuviera cierto sentido.


BR:
Encabezas De la nota del precio... con cuatro citas continuadas de Max Jacob y una de Ramon Llull...

EC: Max Jacob es el referente del poema en prosa tal y como yo lo entiendo, más aún que la línea representada por Baudelaire y Rimbaud. Para Baudelaire el poema en prosa a menudo es como un cuento corto, para Max Jacob se trata de una estructura tan cerrada como la de un soneto, breve y casi siempre sin argumento. Max Jacob es el primer poeta que estudié a fondo.

Por otro lado, Llull es el creador de nuestra lengua, el catalán, y un pensador muy extraño. Curiosamente, otra cosa que no es muy conocida es que Jacob tradujo al francés el Llibre d'amic e amat (Libro de amigo y amado), por lo cual tiene una evidente relación con Llull.


BR:
En D'equivocar-se així citabas a Bob Dylan y a Jacint Verdaguer, uno al lado del otro. ¿Crees en la distinción entre la "alta cultura" y la cultura popular o la "contracultura"?

EC: Todo eso son etiquetas... Verdaguer fue en su momento tan popular como lo es actualmente Bob Dylan, y Dylan es, como Verdaguer, un autor de cultura a su manera, con sus propias referencias literarias y bíblicas.


BR:
¿Y quienes son tus referentes literarios? ¿Podrías hacer un inciso para los lectores de habla inglesa?

EC:Es difícil de decir..., porque también voy cambiando, y los mismos referentes a veces van cambiando de sentido. Uh, por ejemplo, es fruto de una indagación personal en la vanguardia rusa, en una línea que podríamos denominar "protodadaísta". Para mí, esto cierra un ciclo cuando se repasa la historia literaria europea que va más allá de las vanguardias parisinas.

En inglés, entre los antiguos aprecio especialmente a John Donne y, por supuesto, los sonetos de Shakespeare. También William Blake, de quien hace poco he traducido un poema de su última época titulado Milton. De esto que llaman siglo XX, me identifico mucho con e.e. cummings, y con Kenneth Patchen. Allen Ginsberg y los beatniks parecen haber sido más importantes como referente vital que como autores concretos, pero algunas cosas sobre el modo de recitar y la creación de un ambiente sí que me han influido. En el mundo del rock, gente como Kevin Coyne, Captain Beefheart, y otros que parecen más superficiales pero que tienen un juego lingüístico que me interesa, como los T-Rex, con Marc Bolan, entre otros.


BR:
Qué significó para tí ganar dos premios tan diferentes como el Carles Riba (1995) y el Contenidor (1997)?

EC: El Carles Riba me vino muy bien: tiene dotación económica y me dio reconocimiento público. El Contenidor es una manera de reencontrarme con mi propia línea, con mi mundo y mi ambiente. El Carles Riba, la editorial Empúries y todo eso me parece muy bien, pero ya antes había hecho cosas más underground, al estilo de Container.


BR:
En Calç, el libro con el cual ganaste el Riba, abundan las referencias a Los Paraísos Artificiales, el ensayo de Baudelaire sobre el vino y el hachís. ¿Qué relación encuentras entre las drogas y la poesía?

EC: Este es un tema largo y complejo, y algunas cosas ya quedan expresadas en Calç.

Hay muchos elementos contradictorios y es difícil dar una respuesta positiva, sin contar con todas las contradicciones posibles en los poemas. Había, en cierto momento, una necesidad de experimentar con los sentidos y las sensaciones, ya fuera con el amor, las drogas u otros aspectos de la vida. Por otro lado, había una cosa que quizá no está directamente relacionada con la poesía, que es la necesidad de no quedarse "enganchado" a ninguna droga, sino lo contrario: irse divorciando de ellas.

En Calç, los "paraísos artificiales" se contraponen a los "infiernos naturales," pero es difícil definir esta relación con una fórmula. Hay drogas que en determinadas culturas no están consideradas como tales. William Burroughs creía que todo lo que se puede lograr por medios químicos también se puede lograr sin ellos, idea quizá discutible, pero ciertamente interesante: no tomo nada y a ver a qué nivel subo... (risas) Gertrude Stein decía que estar sereno es mucho más excitante que ir ebrio, así que quizá ir sereno es otra droga...


BR:
¿Crees que la poesía es algo "artificial"?

EC: Es un punto de confluencia entre lo artificioso y lo natural. El mismo lenguaje es individual y colectivo a la vez, no se sabe si es algo natural o inventada, pienso que también pasa con el resto de las artes, no sólo en la poesía: hay un intento de encajar impulsos, visiones e ideas naturales con las formas externas que se le imponen.


BR:
Firmas los 49 poemas de Calç en diez días de 1987 y en tres localizaciones, Barcelona, Perpignan y Montpelier. ¿Cómo lo escribiste?

EC: En el tren (ríe). Supongo que debía estar madurándolo por dentro y salió de golpe. Lo hice seguido, en unas tres sesiones. Lo escribí con plumilla en una libreta un poco cursi que me regalaron hace años por mi cumpleaños; en la portada llevaba el título "Álbum de poesía". No tuve prisa en publicar Calç y el libro ganó el Riba ocho años después. La poesía no es como el periodismo: diez años no significan nada y no valen prisas. No tengo un método creativo uniforme: algunos poemas míos son muy lentos, y están muy trabajados, como por ejemplo algunos poemas narrativos de Desfà els grumolls.


BR:
Aparte de escribir, llevas una actividad intensa como rapsoda. Qué representa para tí y cómo crees que se complementa con tu escritura?

EC: Durante un tiempo fue mi forma habitual de publicar poesía, la forma primigenia. En lugar de buscar editores, me resultaba mucho más fácil ir al bar de al lado y organizar un recital. A base de ir haciendo y coger confianza he ido profundizando en esta actividad, hasta el punto que hay poemas que no sé si realmente están acabados hasta que no han sido recitados, como si el gesto, la voz o la música formaran parte de ellos.


BR:
¿Qué gana o qué pierde la poesía al ser recitada?

EC: Depende de quien la recite... (ríe). Por un lado gana, pero hay poemas que deben leerse una vez y otra para captar todos sus posibles sentidos.


BR:
Pasas largas temporadas en el extranjero y ahora acabas de llegar de Berlín después de unos cuantos años. ¿Te cuesta trabajar un idioma como el catalán en el aislamiento lingüístico? ¿Qué valor tienen para tí estas estancias?

EC: Voy leyendo y escribiendo el catalán con normalidad, sin ninguna disciplina en concreto para mantenerlo. Durante un tiempo estudiaba el estilo y el lenguaje de los autores, pero ahora ya tengo una cierta base y voy más ligero, aunque siempre voy descubriendo cosas nuevas.

Cambiar de lugar y viajar te da siempre nuevas visiones del mundo. Ahora he estado en Berlín, intentando averiguar si los alemanes son como el resto del mundo o no, cosa que nunca acabas de saber en ningún país. Para la tarea del escritor el aislamiento siempre va bien. Conozco a demasiada gente en Barcelona y me paso el día fuera, en la calle. En el extranjero puedo escribir y profundizar en otras literaturas.


BR:
¿Vuelves para quedarte o te marchas de nuevo? Coméntanos un poco tus proyectos.

EC: De momento me quedo. Quiero hacer un libro de retórica en tono humorístico, del cual ya he escrito unos doce capítulos y en el que, entre otras cosas, me dedico a insultar a la metáfora. También tengo cosas antiguas que debería terminar. Trabajo tengo, el único problema es hacerlo.


Traducción: Jordi Valls

© 1997 The Barcelona Review

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