The Barcelona Review

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Autobiografía psíquica Hermann Broch 

Leyendo a Vila-Matas Gonzalo Maier

Tenían veinte años y estaban locos VVAA

HHhH Laurent Binet

El lago E.L. Doctorow

 


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BBBBB

Autobiografía psíquica
Hermann Broch 
Losada, Buenos Aires, 2003

 

Autobiografía psíquica de Hermann Broch es un libro que repasa el contexto social, político y cultural en que se enmarca la obra de su autor, tejiendo una biografía personal a partir de esos elementos, intentando dilucidar las consecuencias últimas de la ética y la estética en el trabajo de todo intelectual y cuál sería el camino a seguir para que ese trabajo tenga las consecuencias directas en el entorno que lo rodea y no se vuelvan estériles.

            Es además una dolorosa reflexión acerca de la relación particular que tiene con dos mujeres de naturaleza muy diversa, una que representa el amor maternal y la belleza objetiva y una segunda que satisface sus impulsos sexuales, también dentro del contexto de la reflexión acerca de cuál de ellas es la que más le conviene para llevar adelante el desarrollo de su obra.

            En fin, un esquema de trabajo, una metareflexión acerca de los pilares de la obra y finalmente una forma directa de mostrar el revés del trabajo de uno de los grandes novelistas del siglo XX. Claudia Apablaza

 

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Viaje al proceso


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BBBB

Leyendo a Vila-Matas
Gonzalo Maier
Lom ediciones Santiago, 2011

 

Leyendo a Vila-Matas es el segundo libro de Gonzalo Maier (Chile, 1981), escritor chileno que dejó por diez años la publicación y que repasa en este libro los fantasmas de su desaparición, tomando como foco desde el cual se ejercen esas reflexiones la escritura de Vila-Matas y las temáticas que trabaja éste último como la autobiografía y la desaparición de autores y personajes. Foco de reflexión que es a su vez influencia temática y estilística de parte del autor de Doctor Pasavento, El mal de Montano, Dublinesca, Suicidios ejemplares y otros.

            El viaje de reencuentro consigo mismo y con la posibilidad de escribir se plasma en un viaje que hace Meir, el protagonista, desde Bruselas a Barcelona para entrevistar a Vila-Matas y cerrar de una vez el libro que ha venido escribiendo estos últimos años. ¿Cerrar un libro?, ¿desaparecer nuevamente como autor?, ¿dejar atrás su pasado con Paz, la farmacéutica que lo acompaña desde la adolescencia?, ¿retomar la escritura de una vez y para siempre?, son algunas de las inquietudes que acompañan y se abren en este maravilloso viaje en tren de una ciudad a otra, cruzándose además el paseo por otras historias y la infancia de Maier: el momento en que dejó Chile, la muerte de su abuela, la distancia de sus familiares, instalarse en un nuevo país, revisar su relación con Paz, el delirio de celos ante el vecino de ambos y una nueva mujer que descubre en el camino, la Mujer Poste, un personaje como raptado directamente desde La Melancólica muerte del chico Ostra.
Claudia Apablaza

 

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BB

Tenían veinte años y estaban locos
VVAA
Edición de Luna Miguel
La bella Varsovia, Córdoba 2011

 

Nativos de Internet, llevan años acodados a la ventana global; desde las trincheras del blog, las revistas literarias y las redes sociales hacen de sus primeros pasos una obra pública, comparten inquietudes, tejen redes internacionales y de cuando en cuando llevan a la realidad sus sueños en recitales y publicaciones como esta, cuya edición y prólogo corren a cargo de su más insigne representante, Luna Miguel, toda una marca registrada con solo 21 años. En el prólogo, Miguel relata el punto de partida: “Tras cuatro o cinco años de búsqueda en los blogs, di con una serie de nombres que con el tiempo fue creciendo. Algunos de ellos se convirtieron en mis amigos, otros en mis links, y otros en algunos de mis autores contemporáneos más respetados. Muchos me gustaban. Muchos merecían ser leídos y publicados y yo quería ayudar. En diciembre de 2010 creé “Estaban locos”, un tumblr en el que intentaría publicar a todos esos autores y a los que en adelante conocí, principalmente nacidos entre 1983 y 1993.” Tan sólo 3 o 4 poemas por autor, precedidos de una biografía con la respectiva dirección electrónica, supongo que para paliar la escueta muestra que se ofrece de cada uno. Difícil agruparlos por temas, no podría decirse que en este aspecto hay una innovación: la escritura, el deseo, el amor, el sexo, la muerte, el descontento social y en contadas oportunidades la música, la droga o los mass media. En cuanto a la forma, la mayoría opta por la brevedad, por un poema narrativo, con un lenguaje llano y coloquial, tres características que en ocasiones no se conjugan en beneficio del poema, sobre el que se cierne una peligrosa escasez de riqueza léxica y de figuras estilísticas. Algunos pudieron haberse revisado y pulido más. Otros, la mayoría, resultan pasables, tienen buenas ideas y versos ingeniosos. Ninguno está exento de, en un futuro, dar un paso más allá, algo que, naturalmente, toma tiempo. Pero hay que destacar que los autores han tenido el coraje de enfrentarse a la crítica, que después de todo servirá, buena o mala y sobre todo mala, para motivarlos más.

            Los autores que más me han llamado la atención son: Alberto Acerete, que construye bellas figuras para generar una lectura muy abierta a interpretaciones, en “Casi Feliz” por ejemplo, con versos como: “pero no hay abrigo que resguarde estos pies manchados/ por todas las heridas, que tu muerte inacabada/les ha dejado abiertas, buscándote más allá de mí”. La elegía “Back to Black” rinde tributo a Amy Winehouse y “El avión” nos habla sobre la vuelta al hogar: “Vuelvo, infectado de conciencia, a donde nací”. Sugerente también el trabajo de Bárbara Butragueño, que reflexiona sobre la escritura en “Yo me escribo por los pies” y “Este resquicio de día”, y que da forma a escenas de erotismo muy vívidas y personales en el poema sin título que así comienza: “Has entrado en mis ciudades arrasadas/ tanteando los objetos con tu hábil mansedumbre/ y me miras como quien grita que viene en legión a/ hacerse himno/ a romper mi fuselaje”. Ingeniosos los poemas de David Leo García, que va a la búsqueda de un lenguaje y una visión propias, especialmente en “Deseo de ser deforme”: “unos olvidados genitales/rodeados de frío/Las siamesas unidas por el cuello/ discutían”. En otra tesitura, muy logradas las inquietantes imágenes de ceguera y muerte en los versos de Marta M. Bautista -la mejor del libro- “palpan la cama y sienten el sepulcro” o “He visto el esqueleto de mi alma/ era una catedral del siglo XIII”. Cierran la antología dos poemas muy bien estructurados de Unai Velasco, el autor temáticamente más alejado del resto, ambos en clave de homenaje, el primero a Bajo las ruedas de Hermann Hesse, y el segundo, “Señor, su capa” a los superhéroes Marvel, en una suerte de bestiario. Para terminar, solo destacar el buen trabajo de edición y el loable gesto editorial de echar un vistazo a lo que se cuece en las canteras. EEU

 

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HHhH
Laurent Binet
Traducción de Adolfo García Ortega
Seix Barral, Barcelona 2011

 

1942, la Resistencia organizada ha diseñado un plan para asesinar al Protector de Bohemia-Moravia, Reinhard Heydrich, la figura más tenebrosa del Tercer Reich. Esta es la historia de aquel atentado, de cómo se gestó, quiénes lo perpetraron y lo que significó para el Nazismo, la Resistencia y la Segunda Guerra Mundial. Es también, aunque de manera sesgada, la trayectoria afectiva del narrador ligada a aquel suceso, que se remonta al momento en que tuvo la primera noticia de él, gracias a su padre, durante la infancia, y que prosigue con una estancia en Bratislava y más tarde en Eslovaquia oriental, donde mantuvo por cinco años una relación amorosa con una tal Aurelia. Se trata de una novela histórica en clave de metaficción. No nos equivoquemos, el libro de Laurent Binet no trae nada nuevo. No volvamos a equivocarnos, que no traiga nada nuevo no significa que no sea una gran novela, o una buena novela. Al género se le ha dado en llamar novela histórica metaficcional o metaficción historiográfica, y en las letras hispanas, sólo recientemente contamos con un buen puñado de precedentes, de entre los que puedo dar fe están: Soldados de Salamina de Javier Cercas, Las salvajes muchachas del partido de Lázaro Covadlo, Memorias de una dama de Santiago Roncagliolo o El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia de Patricio Pron.

                       En HHhH  la metaficción tiene tanto la función de resolver un problema como   la de plantear todos aquellos que pueda llegar a enfrentar un autor a la hora de escribir novela histórica, incluso a la hora de narrar a secas. Al permitirle al autor intervenir, le permite exponer un leitmotiv, lo que resuelve el problema de la verosimilitud. Al hallarse la historia vinculada al narrador desde la infancia, le brinda la oportunidad de asumir una postura ética frente a los hechos, desde la cual hacer un riguroso análisis de la documentación, primero, y segundo, de las diferentes estrategias narrativas que habrá de elegir, probar, descartar, la mayoría de ellas extraídas de otros relatos, novelas, cómics, cuentos infantiles, películas, documentales, etc. Todo esto es tan importante como los hechos en sí, y lo es también en la medida en que se desarrollan a la vez, en un vaivén que atrapa al lector, sobre todo si está interesado en los asuntos formales de la novela como género y en los del nazismo, su gestación, sus intrigas, sus crímenes y sus errores estratégicos en la batalla o en la política.

            No debemos pasar por alto tampoco que la metaficción es tan antigua como la ficción y que el empeño en mostrar las costuras es también un recurso, o mejor dicho, una mentira. Esta es precisamente la razón de ser de la metaliteratura: el cuestionamiento incesante de todos y cada uno de los elementos que interactúan en la ficción, lo que transmite una profunda sensación de incertidumbre frente al significado de palabras como verdad, realidad y objetividad. ¿Es realmente la autobiografía de Laurent Binet la que se narra en la novela? ¿Debemos creerle cuando el narrador dice: “No recuerdo exactamente cuándo me habló mi padre de esta historia por primera vez”. ¿O cuando con dos o tres pinceladas se despacha al personaje de Aurelia, “la hermosa joven con quien mantuve durante cinco años una pasión ardiente”, que frente a otros personajes, los históricos por ejemplo, están indudablemente menos trabajados precisamente para dar más relieve a estos últimos.

             Son innumerables las cuestiones literarias de las que trata el libro, aquí una pequeña muestra: La negativa a introducir diálogos: “No hay nada más artificial, en un relato histórico, que esos diálogos reconstruidos a partir de ciertos testimonios más o menos de primera mano.” “lo veo un método demasiado artificioso, incluso oigo demasiado la voz del autor”. (p. 31). Sobre la verosimilitud: “Lo bueno de las historias verdaderas es que uno no tiene que preocuparse de dar la sensación de realidad” (p.  34) “tal vez esta larga estadía en la antecámara de mi cerebro les devuelva un poco de su realidad, y no solo una vulgar verosimilitud” (p. 122) Sobre el tratamiento de los hechos históricos por parte de otros libros: “todo el mundo ve como algo normal hacer bricolage con la realidad para así poder ensalzar un guión (p. 61), “yo digo que inventar un personaje para comprender unos hechos históricos es como falsificar las pruebas” (p. 274). Sobre lo ya escrito o por escribir: “esta escena es tan perfectamente creíble y tan absolutamente ficticia como la precedente”,  “«¡Joder! No está logrado…» Habría tenido que ser más claro al nivel del pacto de lectura” (p. 60). “no cabe, a priori, por tanto en mi novela. Pero una de las grandes ventajas del género es la libertad casi ilimitada que confiere al autor.” (p. 165) Sobre el realismo, la literatura y la novela: “fiel a mi repugnancia por las novelas realistas, me digo ¡puaj!” (p. 48), “Para que cualquier cosa pueda penetrar en la memoria, es preciso antes transformarla en literatura” (p. 216), “Si mi historia fuera una novela, no tendría ninguna necesidad de este personaje” (p. 253).

            Sería extenuante continuar y comentar cada cita, por supuesto todas ellas se hallan dentro de un contexto. En ocasiones se formulan auténticas premisas literarias, como aquella dedicada a la reconciliación con Gustave Flaubert, a raíz de Salambó. Todo esto establece un diálogo quimérico entre el autor y el lector, quizá porque el primero intuye que si no lo provoca, el castillo de la ficción por sí sólo se vendría abajo. Su misión es tan cara como la de los héroes que intenta reivindicar, aquellos que dispararon las primeras balas contra el nazismo, cualquier proyecto novelístico que aborde aquella lucha ha de pronunciar una conjura contra las fórmulas que intenten socavar su importancia. ¿Será cierto esto? Tengo mis dudas. Ficción, metaficción, la pregunta es: ¿cuál encarna un mayor reto? EEU



 

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El lago
E.L. Doctorow
Traducción de Iris Menéndez
Miscélanea, Barcelona 2011

 

Lo que ya se ha dicho de Doctorow es que es uno de los escritores norteamericanos vivos más importantes, que a ver si le conceden el Nobel de una vez por todas y que “quizá esta sea una de sus mejores novelas”. Sinceramente es la primera novela suya que leo, estaba en mi lista de “autores por leer” -cada vez más larga por cierto- pero postergado hasta quién sabe cuándo. He de confesar también que, pasado el primer tercio, tuve que volver al principio y reiniciar esta vez un nuevo libro, que curiosamente se presentaba de manera más organizada; la sensación de laberinto que había experimentado con la primera lectura de pronto se esfumó, como si no hubiera habido forma más natural de disponer la acción. Lo significativo es que, pese a la relectura, en ciertos pasajes la novela conserva su hermetismo, como en los poemas de Penfield, de algunos –me temo- no he descifrado aún su código secreto. Los recursos narrativos están ahí para generar una atmósfera de desconcierto, muchos porqués se suceden debido a las omisiones que abren los saltos temporales, solo muy hasta el final los principales enigmas se resuelven, pero una fuerte sensación de inacabado y de complejidad se perpetúa en los personajes y también en lo que se haya querido transmitir. El escenario en el que transitan, el lago, Loon lake, título original de la obra, se erige como otro personaje, abarcador, omnipresente. “Loon” significa “somorgujo”, pájaro que merece varias menciones en la novela, pero también se puede traducir por “bobo”, “tonto” y “buzo”. Esa polisemia le es muy funcional al libro, más el hecho de que hay 16 lagos con el mismo nombre en la zona de los Adirondacks. Se trata de narrar la historia de unos individuos cuyos impulsos, cuya moral, cuyas ambiciones, razonamientos y voluntad están no solo condicionados por el sistema en el que se hallan, sino que son generados por él para revertir nuevamente en él, y crear así una suerte de ciclo biológico, diseminado en una zona indeterminada de los Estados Unidos de América. 

Lo interesante de esta novela es que, como en las de Faulkner, los recursos, por mucho relieve que tengan, no acaban ensombreciendo la historia, muy al contrario, actúan como remolques que la conducen precisamente al abismo desde donde el autor  pretende que el lector la contemple, con toda su inmensidad y complejidad.

Los protagonistas son los jóvenes Joe Paterson y Clara Lucaks, el poeta Warren Penfield y el millonario F.W. Bennett. Joe Paterson, tras huir del hogar y vivir como un pícaro vagabundo en Nueva York, trabaja en una feria y recala, tras una nueva huída, esta vez en calidad de cómplice de un crimen, en Loon lake, en la mansión del millonario Bennett. Ahí conoce al extravagante poeta Penfield, cuyo arribo fue igual de accidentado pero que esconde una motivación que lo deshonra: no solo no ha conseguido cumplir su venganza y asesinar al viejo Bennett, sino que este le ha dado cobijo y se ha convertido en su mecenas. La chica es la novia de un gángster que trabaja para el viejo y Joe consigue fugar con ella para empezar una nueva vida, o eso es lo que prometen. Pero huir del mundo Bennett no parece tan sencillo. Su brazo se alarga hasta convertirlo a él mismo en uno de sus rehenes. Pero  ¿acaso Joe huye con Clara? ¿No cumple ella con las órdenes de su novio Thomas Crapo, que no son otras que los de su empleador, Bennett otra vez? ¿Es Joe realmente un empleado del viejo?

Esto es vaga y vulgarmente un esquema que no sirve de mucho. Se trata de asistir una a una a las decisiones que toman sus protagonistas, de presenciar como cada uno esconde, trama, oculta, y haciendo todo ello, evidencia que actúa cómo actúa obedeciendo un sofisticado instinto de supervivencia; el lago no es el remanso donde ya no hay rastros de civilización, es el escenario que la nutre de recursos, las minas de acero y carbón son una fuente de riqueza y por tanto de corrupción, y a la vez, un preciado legado que se sueña algún día poseer. El sistema no es algo tan simple como el capitalismo, no vale cualquier análisis marxista.

Crea reductos más que sociedades, establece unas reglas que pueden decantarse a su favor o en su contra, y lucha, se las arregla, triunfa, fracasa. No es la “gran novela americana”, es una gran novela sobre el ser humano, americano o no,  rico o pobre, con toda su grandeza, con toda su miseria. EEU

 

© TBR 2011


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