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índex     noviembre - diciembre 2001  num 27

!| biografía

Francotirador
Patricia Suárez

 

 

Me llamo Michael Buchanan; tengo diez años. Cuando tenía nueve, mi hermano Félix, de doce, disparó a la nada dos calles más allá, usando el rifle Springfield de papá para cazar becasinas, y acabó matando a una señora con su hijito. La señora llevaba a su hijito en brazos, porque era muy pequeñito, como de dos años o menos, y la bala los mató a los dos. Ocurrió en Seattle, porque vivíamos en Seattle aunque antes habíamos vivido en Portland. Yo nací en Belinda, a mitad de camino entre Seattle y Vancouver; pero no puedo acordarme de ese sitio. Mami se descompuso, y me tuvo ahí. No sé bien qué hacía mi familia merodeando por Belinda. Mami dice que si hubiera sido chica en vez de chico me habrían llamado Belinda. Yo estoy seguro de que no me hubiera gustado ser chica ni llamarme Belinda. Todas las chicas son estúpidas y lloronas y se babean como bebitos cada vez que lloran. En Portland, donde vivíamos antes, nieva todo el invierno; en Seattle no porque está pegado al mar, y entonces llueve todo el tiempo: invierno y verano. Lo que más me gusta de Seattle es la bahía, que se llama Elliot, el mercado de pescado, el acuario donde tienen una foca manchada muy bonita y guapetona que Robert McGee nos llevaba a ver al menos una vez por mes; y el Noodle Space me gusta mucho también. El Noodle Space es una torre altísima, como un fideo gigante. Una vez filmaron una película ahí mismo, sobre dos enamorados que no logran encontrarse. El mundo es tan pequeñito desde allí arriba, que si uno apunta a la nada y dispara a la nada, seguro que da en el blanco de la nada: es una torre bien alta. Mi papá era gerente de una sucursal del Chase Manhattan Bank y siempre lo estaban trasladando de un lado al otro del país. Nos gusta mucho viajar. Somos americanos, norteamericanos como llaman aquí a los nativos de los Estados Unidos. Hace unos pocos meses nada más que estamos en la Argentina y yo no aprendo mucho el español: tengo problemas con los artículos. Aquí todo es femenino o masculino, hay que saber si algo es femenino o masculino antes de poder decir cualquier cosa: es muy difícil para mí hablar así. Si mi hermano Félix no hubiera disparado a la nada, haciendo rebotar la bala contra el cartel de un Tim Horton’s y matando a la señora con su hijito, el año que viene habríamos vivido en Nueva York. Mi hermano Félix y yo teníamos muchas ganas de conocer Nueva York. Es la mejor ciudad del mundo. En la Argentina no hay ningún negocio de Tim Horton’s, y apenas si existe algo que se le parezca.

         Cuenta mi papá que antes los señores usaban arco y flechas para cazar, o bien llevaban de compañero a un halcón. El arte de cazar ayudado por un ave se llama cetrería. Es un arte que ya ha desaparecido, como desapareció la geomancia y la alquimia, y como desaparecerá también el arte de la poesía en el futuro. Así dice mi papá. Había un halconcito de mucha confianza que usaban los señores españoles y que se llama gerifalte. Si alguna vez voy a España quisiera ver un gerifalte. Aquí en la Argentina hay pájaros que se llaman caranchos; mi papá dice que los caranchos tienen un aire de familia con los gerifaltes. Robert McGee y su hijo Toby tienen un halcón. Creo que se llama halcón peregrino; o bien es "Peregrino" el nombre que Robert y Toby le pusieron al halcón. Es muy hermoso, de plumaje gris, blanco y azulino, y unos ojos grandes, amarillos, que te miran como diciendo: A mí no puedes ocultarme la verdad, muchacho. Para dormir, Robert debe taparle los ojos con una capucha y entonces el pájaro cree o finge que es de noche, y se duerme. Robert no sabe si el halcón sueña y, si sueña, qué clases de sueños tiene. Yo siempre sueño con el abuelo Tim, que me saluda con la mano. Mami me había pedido que no hablara de Toby con papá, pero yo me olvidé y le pregunté por el halcón. ¿Cuántas clases de halcones hay, papi?, le pregunté, y él me contestó: ¿Quién tiene un halcón, hijo? Y yo contesté: Toby; pero papá no me preguntó nada más sobre Toby. Toby me caía bien aunque olía a ajo, y su hermana Angela no me parecía una chica estúpida, tenía cuatro años y no era ninguna bebita, aunque tenía mucho miedo de perderse y siempre te agarraba de la chaqueta cuando caminaba. Una vez se perdió en una gran tienda y su mamá y su papá estuvieron cuatro horas hasta encontrarla. Desde entonces, la mamá de Angela siempre la lleva con una correa cuando sale a la calle o a hacer compras; mami nos explicó que eso está muy mal, tanto, que hizo que Robert McGee, que es el papá de Ángela y Toby, se peleara con la mamá y se fuera a vivir a otra casa, solo. Le pregunté a Robert si era muy triste vivir solo, y él me dijo que en realidad no vivía solo sino con su pájaro halcón, y que además él tenía muchos amigos y Toby y Angela siempre que podían iban a verlo. También le pregunté si se había separado de la mamá de Angela y Toby para siempre, y Robert me contestó que está muy mal pensar que todo es inmutable y que todo es para siempre, sobre todo si uno es un niño. No se puede llevar el reloj toda la vida con la hora exacta, me dijo. En realidad, nada es para siempre, dijo.

         Cuando nos fuimos a Vancouver no tuvimos tiempo de hacer las maletas ni despedirnos. Y mami y el abuelo Tim se quedaron en Seattle. Yo le dije a mi papá que no quería hacer ninguna clase de viaje sin mami ni el abuelo Tim, pero papá me zarandeó de la chaqueta y me metió a la fuerza en el automóvil. Me dijo que no era un viaje común, sino que era una huida. Le pregunté qué hora era y mi papá contestó que eran las cuatro cero cinco minutos a.m.: él sí siempre tiene el reloj en la hora exacta. Hicimos la mitad del viaje en el Mercedes Benz de un empleado del banco que se lo prestó a último momento, y antes de cruzar la frontera subimos a un Chrysler azul. Mi papá hubiera querido que fuéramos halcones para volar más rápido. Félix lloraba y me distraía; los faros de los coches que venían en la dirección contraria me encandilaban. Eso era porque no tomamos la autopista sino una carretera secundaria. Mi papá no quería ir por la autopista. Le pregunté a Félix si lloraba porque la señora y el hijito se habían muerto, o si lloraba porque nos íbamos de Seattle sin mami y sin el abuelo Tim. Mi hermano me dijo que yo era un estúpido y un bastardo, me pegó y me hizo sangrar el labio. Allá en Estados Unidos la gente, cuando quiere insultar a alguien, le llama "bastardo", y duele en serio. Aquí nadie sabe siquiera qué quiere decir bastardo. Yo le contesté a Félix que lo odiaba y que todo esto era por su culpa; mi papá gritó que me callara, que nadie tenía la culpa excepto él, mi papá, y entonces Félix rompió a llorar como un bebito. Después, papá, mientras conducía, dijo que un hombre puede cometer muchos errores pequeños pero que eso no tiene importancia. Pero si los errores son grandes y pesan demasiado sobre su vida, lo único que puede hacer es deslizarse y no tomarse del todo en serio, porque sólo así evita sufrir: el sufrimiento prolongado puede ser mortal. Así dijo.

         En Vancouver hay cuervos que van y vienen por la ciudad. En Seattle también había, pero se escondían. Veíamos más a las gaviotas que a los cuervos cuando volaban por la bahía buscando pescados. Papá nos consiguió a Félix y a mí una guía Audubon y allí se explicaba la diferencia entre el cuervo de la montaña y el cuervo de los basurales de Vancouver. Aquí se llaman cuervo y cuervo, pero en inglés se llaman raven y crow. Los primeros, decía la guía, hacen crunk en voz muy baja, mientras que los otros chillan caaw o klaah si son de la parte oeste de la cascada. Hay que prestar atención a los cuervos para distinguir cuál es el idioma que hablan. Estuvimos menos de una semana en Vancouver, y luego papá nos llevó al aeropuerto y nos vinimos a la Argentina. En Vancouver papá preguntaba si sabíamos quién carajo era Robert McGee y de dónde lo había sacado mami. Le dijimos que no sabíamos. Que era un amigo de mami; a lo mejor de la escuela de cuando ella era niña. Papá dijo que mami hizo la escuela en Chicago, no en Seattle. Nosotros dijimos que eso no tiene nada que ver, porque la gente en Estados Unidos viaja mucho y a lo mejor mami entonces se lo encontró a Robert después de grande en Seattle. Le dijimos que mami lo llamaba Bobby. Papá dijo que ése era el título de una canción, "Yo y Bobby McGee", que se escuchaba en la época en que él era joven y antes también. Mi hermano Félix y yo nunca escuchamos esa canción y jamás se la oímos mencionar al abuelo Tim.

         Mi abuelo Tim contaba una historia de los irlandeses en la que aparecía un cuervo. Un cuento celta. Es la historia de Deirdre. Deirdre una vez ve a su padrastro Conchobar desollar un ternero en la nieve, y a un cuervo que se bebe la sangre. Ella dice entonces que el hombre que amará tendrá el cabello negro como el cuervo, la piel blanca como la nieve y las mejillas rojas como la sangre. Quise contar la historia cuando íbamos en coche a Vancouver, pero papi me pidió que me callara, que lo ponía muy nervioso con la charla.

         Fue así. Estábamos los cuatro cenando pizza porque mami se había ido al cine a ver una película, y entonces papá dijo: ¿Quieren que comamos pizza? Y nosotros contestamos que sí y pedimos por teléfono una de muzzarella y otra de vegetales. Cuando se hicieron las diez, papá nos mandó a dormir y nos preguntó si sabíamos a qué cine había ido mami, así la iba a buscar. Pero mami nada más nos había dicho que iba a ver una película en la que actuaba Tom Hanks, y Tom Hanks actúa en muchas películas. Me desperté cuando oí que estaban peleando y no tenía reloj para ver la hora porque yo había tirado el radio-reloj a la basura unas semanas atrás. Mi hermano Félix estaba en cuclillas en el descanso de la escalera, y oí que lloraba. Mi hermano es muy llorón; llora por todo como un bebito. Papá decía: "No, Alison, así no", y mami decía: "Necesito un tiempo; después veré qué hacer; estoy muy confundida, Freddy", y papi dijo: "El tiempo es ahora, Alison; y ¡no me vuelvas a decir Freddy, carajo!". Y mami igual le dijo: "Si es así, Freddy, entonces me voy ya", y se fue hacia su pieza. Papá le gritó: "¿¡Qué te dije, carajo, qué te dije?!" y se fue a la pieza detrás de ella; estaba furioso. Mi hermano, lloriqueando y babeándose, se metió en el cuartito de servicio de papá y sacó el rifle. Era el rifle que papá usaba para cazar becasinas cuando salía con el abuelo Tim. (Una vez el abuelo Tim le disparó a un cuervo en medio de un maizal, porque los cuervos son muy dañinos con el maíz, y lo mató. Pero después se arrepintió y fue y enterró al cuervo ahí mismo, debajo de unas mazorcas.) Mi hermano Félix abrió la banderola y disparó a la nada. Dos cuadras más allá, cayeron al suelo la señora y su hijito. El hijito muerto tenía el cabello negro como el cuervo, la piel blanca como la nieve y la frente roja por la sangre que salía de la herida. Después papá llamó al empleado de su banco, el que le prestó el Mercedes, y nos fuimos de Seattle sin despedirnos.

© Patricia Suárez, 2001

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biografía:

patriciaNacida en Rosario, Argentina, en 1969, ha publicado la novela Aparte del principio de la realidad (Editorial Municipal de Rosario, 1998), los libros de cuentos Rata Paseandera (Bajo la Luna Nueva, 1998), La italiana (Ameghino Editora, 2000)  y Completamente solo (EUDEBA, 2000), el poemario Fluido Manchester (Siesta, 2000). En 2001, su obra Polaca fue mencionada en el Concurso de Joven Dramaturgia Germán Rozenmacher; su cuento "Los éxitos en los negocios" fue premiado por la Editorial Sial de Madrid. Están en preparación para editarse este año los libros de cuentos El abedul (Segundo Premio en la Bienal Internacional de Literatura; Ed. de la Universidad de Puerto Rico) y La flor incandescente (SIAL, Madrid).

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  número 27  noviembre - diciembre 2001 

-Narrativa

Patricia Duncker: Antes muerta que mancillada
James Carlos Blake: La vida loca
Sergi Pàmies: Cobertura
Patricia Suárez: Francotirador

-Ensayo

Juan Villoro: Monterroso: el jardín razonado

-Poesía Barcelona, mujeres poetas: Rosa Lentini
-Quiz Julio Cortázar

-Reseñas

Roberto Bolaño, Carlos Ruiz-Zafón, Poe y Hawthorne
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