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septiembre -octubre 2000  num 20

biografía  |  versión en inglés | catalan

Ruptura, límite y precipicio
precipicio, límite y no hacernos daño

CAROLE MASO

No tengáis miedo. La isla está llena de ruidos,
sonidos y tonadas que nos deleitan sin dañarnos.

                                     —WILLIAM SHAKESPEARE

 

TIENES MIEDO. Tienes miedo, como siempre, que la novela esté muriendo. Crees saber lo que es una novela: es como lo que escribes. Tienes miedo de estarte muriendo.

Te preguntas adónde marchó el héroe.

Te preguntas cómo es que todo se te ha ido de la mano.

¿Te preguntas acaso dónde se encuentra un personaje creíble y comprensivo?

¿Te preguntas acaso dónde hay un argumento?

¿Te preguntas dónde diablos está el conflicto? ¿El desenlace? ¿El dénouement?

Crees ser alguien que mantiene alguna verdad última. Piensas que estás en la cuna de una civilización noble y dorada que se está hundiendo.

Tienes una visión idealizada de tu fin de siècle, cargándolo de sentido, de trasfondo, de implicaciones.

Todavía te preocupa la televisión.

Todavía te preocupa la ansiedad de la influencia.

Dices que en el futuro no habrá lectores, que ahora casi ya no los hay. Estimas que, por lo bajo, debes tener unos 15.000, pero siempre lo has infravalorado todo.

Aseguras que el lenguaje perderá su gracia, su capacidad de seducir, su poder hipnótico.

Mantienes que el mundo gira, da vueltas, y que nosotros le damos la espalda. Estás totalmente desolado.

Murmuras una serie de tópicos. Señalas: "...están oxidadas", "...vacías", "...desgarradas".

Crees saber lo que es un libro, lo que es leer, lo que constituye una experiencia literaria. De hecho has estado contento todos estos años de legislar la experiencia literaria. Demasiado contento de escribir las reglas.

Crees saber lo que hace un escritor, lo que hace un lector. Te sientes orgulloso de ello.

Crees saber lo que quiere el lector: un buen relato del viejo estilo..

Crees saber lo que quiere una mujer: un buen...

Me encuentras desagradable, pretenciosa. Intentas desacreditarme llamándome histérica, reaccionaria o desconectada de la realidad porque ya no sigo en tu cómodo pacto. Una sirvienta feliz que mecanografiaba "mi" novela, la que tú has estado dictando todos estos años.

Confías que dependa de ti en cuanto a favores, publicación, $$$$$$$$ y canonización.

Tienes miedo. Demasiado presumida para estar en tu mitad del campo, con tu gusto entre intelectual y plebeyo. Todo te amenaza.

Sostienes que la música antes era mejor: los Rolling Stones, los Who, los Beatles, Fleetwood Mac. Me estás aburriendo.

Aseguras que el hipertexto acabará con la narrativa impresa. Los contrapones del modo más cínico y transparentes con la esperanza que nos despedazaremos los unos a los otros

mientras nos miras. Te gusta mirar. Tenernos a la vista.

Igual que intentas oponer escritura y teoría, prosa y poesía, cine y vídeo, etcétera, mientras intentas aferrarte a tu porción de un mundo que desaparece.

Pero, por esta vez, estoy contigo. Tu gusto por la sangre, tu amor a la competencia, tu necesidad de sentirte en peligro, cercado, superior. Tu necesidad de subrayar, de reafirmar tu poder, tus privilegios, porque se erosionan.

Admitámoslo: sufres pánico.

Piensas que un ensayo debe tener una hipótesis, una conclusión, que debe contrastar argumentos. De verdad que me aburres.

Te gustaría tener, a un lado, jeroglíficos milagrosos y llamativos en una pantalla y tinta modesta sobre papel bien blanco al otro.

Propones, una y otra vez, falsas dicotomías. Objetivos fáciles. Lo simplificas casi todo, como yo estoy haciendo contigo ahora. Dime, ¿cómo te sienta?

Estás realmente preocupado. Afirmas que el sexo será virtual. El sofá donde se hacen los cástings, virtual. Pero sabes tan bien como yo que todo lo demás continuará, lo jurarías... Entonces, ¿por qué estás tan preocupado?

Tienes miedo de que tus posiciones favoritas estén en peligro de extinción. De que queden obsoletas.

Crees que tienes más que perder que la gente de otra época.

Idealizas los viejos tiempos: el disco temblando aquellas noches mientras hacías el amor, mientras practicabas el sexo de verdad con...

¡Ey! ¿Era conmigo? Los Rolling Stones canturreando: "I see a red door and I want it painted black, painted black, painted black..."

Quieren que la pinten de negro.

O: "Brown Sugar, how come you dance so good, dance so good, dance so good...?"

Quieres conservarlo todo. Adoras falsos profetas. Tu reputación (menguante) te ha dejado enfermo.

Eres tan caballeroso, al ofrecer tu mano...

Jenny Holzer: "El futuro es estúpido".

Recuerdo los poetas-dinosaurio en la cena de aquel atardecer, mascando sus verdes hojas, extinguiéndose a medida que hablaban, susurrando "language poetry" (eso fue lo peor de la noche), estremeciéndose.

Le tienes miedo a la mujerilandia electrónica. Quieres que la pinten de negro...

Le tienes miedo a la comida insana. La comida insana real y la metafórica con que te alimentan los medios. La quieres pintada de negro...

de negro.

Tienes miedo de que el estilista (como tú has definido el estilo) desaparezca.

Consideras que ciertas formas de arte están degradadas y crees que en el futuro los artistas verdaderos desaparecerán. ¿Piensas que las formas ajenas a la tuya son inferiores?

Crees que ciertas aproximaciones a la literatura son degradantes. No sabes decidir si son demasiado rigurosas o demasiado temerarias. O ambas cosas.

Edmund Wilson, Alfred Kazin, Harold Bloom et fils me ocupan la jornada.

Me consideras poco femenina. Una histérica. Quizás una loca. Ilegible. Me colocas en tu caja de ilegibles, donde estoy a salvo. Donde estoy tranquila. Donde me siento más femenina.

En tu caja desdeñosa con la etiqueta de "experimental". Con la etiqueta de "no abrir". Con la etiqueta "no reseñar".

Ves una puerta negra y quieres que la pinten de negro.

No más monolitos.

Tú, que dijiste "hegemonía" y teoría "dominó" y "paz con honor".

Todas las muertes para nada. Todos los caminos oscuros a los que nos has conducido. Ya basta.

El futuro: donde estamos siempre preparados para la siguiente forma indecible de morir... o de matar.

Y las carreteras oscuras a las que me has conducido, manoseándome los pechos, arrancándome la camiseta, el botón de la falda: primera cita.

Segunda cita: Así es como escribo un libro.

Tercera cita: ¡Buena chica! ¡Publiquémoslo!

Azúcar Moreno, ¿cómo es que bailas tan bien?

Cuarta cita: ¿Te casarías conmigo?

De acuerdo, temes al futuro. Tienes miedo de todo lo nuevo. De todo lo que perturbe tu sentido de ti mismo y de la seguridad. De todo lo que te amenace.

¿Dónde está el cambio en el curso de los acontecimientos para el héroe?

¿Dónde está el héroe?

¿Dónde está el conflicto? ¿Dónde diablos está el dénouement?

Veo tu parte de razón. Pero ¿ya no hace demasiado que nos pides que escribamos tu narración? No podríamos...

¿No podríamos, quizás tan sólo como una posibilidad, coexistir?

¿Por qué mi existencia amenaza la tuya?

Hace demasiado que me pides que sea tú. Que insistes en que sea tú.

Espabila. No tengas tanto miedo. Levanta la mano. Di: Bunny, Alfred, Harold, hasta la vista.

Tienes miedo. Tienes miedo a la televisión. Aborreces y adoras la televisión.

Te sientes entumecido y los oídos te zumban de tanta electrónica. Te sientes entumecido y los oídos te zumban de tanto futuro.

Me empiezo a cansar de este "tú" y de este "yo". Todavía estoy aprendiendo algunas cosas de ti... y de mí.

El futuro de la literatura. La muerte de la novela. Por alguna razón, te encantan las preguntas y afirmaciones grandes y llamativas. Pero la cuestión me aburre —como todas las maneras típicas de seguir pensando y escribiendo.

Siento que tengas miedo. Quieres que el futuro sea como la película 2001. Quieres que sea absurdo, que sea fácil deshacerse de él. Como pasa conmigo. Si al menos no bailara tan bien. Quieres saber: ¿Cómo es

que bailas tan bien, que bailas tan bien, que bailas tan bien...?

En él no encuentras un lugar para ti y ello te asusta. Clavas los talones como resultado. Gastas toda tu considerable inteligencia y energía conservando, preservando, haciendo juicios, definiendo tu posición, manteniéndote firme con tenacidad mientras te comes las últimas hojas verdes, ñam.

¿Dónde está el desenlace del conflicto? ¿Dónde coño está el conflicto?

¿Qué pasaría si un libro también incluyera, también fuese, el intento, la duda, la inseguridad que tanto temes y desprecias?

Lyn Hejinian: "La conclusión es misantrópica".

Miedo a crecer, miedo a cambiar, miedo a romper el propio molde, miedo a a alterar el resultado, miedo al ridículo, miedo a la indiferencia, miedo al fracaso, miedo a la invisibilidad, miedo al, miedo a la, miedo...

Aseguras que el lenguaje dejará de ser respetado, que ya no nos afectará. Pero ya nos estamos quedando insensibles gracias a lo que tanto temes dejar. A aquello con lo que saturas el mercado.

Soyinka: "Me preocupa preservar un nivel especial de comunicación, un nivel muy diferente a Oprah Winfrey".

Un deseo: que toda la narrativa de show televisivo se vaya a la cama de una vez. Sus falsas psicologías, sus "realismos falsos". Su 2 más 2 patético.

Por supuesto que el lenguaje tiene una gran capacidad para mentir, para crear formas falsas, para ser elocuente pero insincero, para crear trastos nuevos, tres de esto y dos de aquello.

Un deseo: que toda la narrativa hecha a base de mentiras se vaya a la cama.

Que la deshonestidad que atraviesa tanta narrativa contemporánea sea reconocida como tal.

¿Qué trato debo hacer para que me publiques? ¿Qué pose, qué pacto, qué actitud debo adoptar para estar de tu parte?

¿Qué molde harás de mí para verter tu elixir, tu fluido, y beneficiarte después?

¿Uno con forma de coneja? ¿De gatita? ¿De flor? ¿De flor dañada? ¿Embarazada a los doce, analfabeta, pero con gracia? ¿El molde gay? ¿El molde de blanca de clase baja? ¿El de niña maltratada? ¿El de niña mala?

Píntame negra. Píntame latina. Píntame india americana. Píntame asiática y viérteme luego en tu molde. Utilízame. Reclútame. Véndeme.

Degrádame y en el futuro surgiré renovada de tu cinismo y escarnio, sonriente, encantadora, libre.

Conozco un lugar que brilla más que un millón de soles.

Una lista de deseos: que la gente de negocios que ha comprado las editoriales centre sus esfuerzos en cualquier otra cosa y vuelva a dejar al arte en paz.

No poseer, ni colonizar, ni dominar...

A pesar de todos los esfuerzos para domesticarlo, dominarlo, controlarlo, burlarlo, el lenguaje resiste tus mejores esfuerzos; el lenguaje aún es un puñado de encantos tenaces y brillantes en la mano sorprendida.

Una utopía de la posibilidad. Una utopía de la elección.

Y yo estoy acurrucada junto al fuego del alfabeto, todavía.

Aunque digas que se dejará de apreciar una palabra puesta al lado de la otra.

Dices que el rap es veneno. Que el hipertexto es veneno.

Aunque me llames sentimental —una chica muy femenina por una parte, y por la otra una puta malhablada, una escritora interesante y con talento por una parte, y por la otra una romántica idealista y ensimismada—, eres tú quien desea volver al siglo XIX. Cuando las cosas para ti iban estupendamente, de primera. Prefieres creer en las viejas coordenadas, las viejas formas. Creer en lo que fuese que entonces creías. Eras uno de los tipos que dictaban la historia, claro, de eso me acuerdo. Que inventaron la historia y que ahora la enseñan por todas partes. Pero aun entonces, cuando estabas sentado, inventándotela, aun entonces, amigo mío, no tenía nada que ver conmigo. Con mi mundo. Con lo que veía y cómo me sentía.

Un deseo: que, con sus títulos, todos los programas de postgraduado de creación literaria dejen de promover recetas tan fastidiosas para el éxito o que queden (económicamente) en bancarrota.

Tus falsos crescendos. Tus clímax. Falsos, en todo caso, para mí.

El futuro es toda la gente que siempre ha sido dejada a un lado, cantando.

En el futuro todo estará permitido.

Así que el futuro es también para ti. No te preocupes. Pero no sólo para ti.

Para ti, pero no sólo para ti.

No es rechazar el canon, sino ampliarlo.

No más monolitos. No más Mick Jaggers. No más O. J. Simpsons. No más James Joyces. No más héroes.

Todo te amenaza. Los virus y los piratas, el tiempo vacío y los holgazanes, las chicas cibernéticas con sus ardides y rizos cibernéticos, los poetas de todo tipo. Las bandas de rock con chicas.

Crees que tu época (que desaparece) representa una edad dorada de ilustración que debe ser defendida, protegida, reproducida frente a la dejadez mental que se acerca, la decadencia, los estados electrónicos de América.

Pero quizás, a medida que te vayas sintiendo cada vez más amenazado irás arriesgándote más. ¿Quién sabe? Cualquier cosa es posible en el futuro.

Una lista de deseos: que acabe la homogeneidad. Que la estética dominante acabe reconociendo, para empezar, las mil bellezas refractadas y dispares que se encuentran por el mundo.

Que los escritores y lectores dejen de ser tratados por los editores dominantes como niños idiotas. Que se marche la gente de negocios y deje de imponer su "gusto" a todos.

Un deseo: que como escritores seamos conscientes de nuestro deseo de incorporar, aunque sea de modo inconsciente, las demandas e inquietudes de los editores y que las rechacemos: las demandas e inquietudes del mercado.

Que la gente de negocios se marche a otra parte.

Vendedme. Promovedme. Saneadme. Reclutadme. Plagiadme. Vendedme más.

Una lista de deseos: que el grado de inflación de cierta manera de escribir se detenga, que los escritores de gusto medianamente culto asuman su posición mediana para que todos los demás encuentren también su lugar. Para que también se los tomen en serio. Para que también sean leídos.

Pintadme negra. Pintadme latina. Pintadme china. Vertedme en vuestro molde y vendedme más.

Folladme más (encima mío).

Que esos de nosotros que competimos por un lugar en el cielo, en la eternidad, una buena reputación, películas comerciales, $$$$$$$$, y una vida después de la vida de la vida de después de la muerte, nos olvidemos de ello.

Un deseo: que los hombres blancos heterosexuales reconsideren su impulso de llenar el mundo entero con sus palabras, de llenar todas las páginas, todas las superficies, todos los lados.

Novelas de mil páginas, decenas y decenas de Vollmanns —quiero decir, de volúmenes.

No poseer, colonizar ni dominar más.

—Bueno, hemos estado alejadas de nosotras mismas demasiado tiempo, ¿no te parece? —le comenta una vieja a una amiga en el Central Park.

Dos mujeres en el parque al atardecer.

Cambio de compás:

Las pausas, los ritmos y las licencias de Laurie Anderson. El colorido de Jenny Holzer. La declamación y la pasión de Courtney Love. La brillantez de Susan Howe. La brillantez de Erin Mouré, Theresa Cha. Las visiones de P. J. Harvey. Suzan-Lori Parks.

El futuro es femenino, seguro, esta vez.

El futuro es Emily Dickinson, Emily Brontë y Gertrude Stein todavía. El futuro es todavía Maya Deren y Billie Holiday.

El futuro es una rosa y el lenguaje es una rosa, todavía, abriéndose.

El futuro es bello. Irreverente, salvaje.

El futuro son las mujeres, seguro, esta vez. Lo siento, pero ya va siendo hora de que te acostumbres.

Leer en un tren con la luz que nos ofrece el río. La mujer a mi lado está dormida. Dos bolsas de plástico a sus pies. Un mundo acogedor, hermoso. Y soy testigo de ello —de ese sueño— y después de su despertar: tan vulnerable, la sensación de dejarse arrastrar, de volver al mundo, al río y la luz que nos ofrece, el lenguaje que regresa, el tacto, el olor. El mundo recuperado. Tengo el privilegio de estar a su lado mientras pasa de un estado a otro, con una leve sonrisa. Reconozco su placer. Se va y regresa. El milagro y el misterio de esta vida es una mujer negra de mediana edad en el metro en dirección norte, a mi lado. El Hudson se ensancha.

Que esto también forme parte del relato. Una mujer soñando al lado del agua.

El futuro: todos los sueños de los que nos han alejado. Todo lo que queda aún por soñar.

La apertura de posibilidades. Una tierra con mil danzas.

Quiero sexo, hipersexo y cibersexo, ¿por qué no?

El río que se ensancha de forma misteriosa, mientras la mujer abre los ojos.

Podemos decir, si queremos, que el futuro será plural.

Nuestras voces procesadas por muchos sistemas —o por ninguno.

Un lugar donde cantan un millar de pájaros.

"La isla está llena de ruidos..."

Un lugar sin las típicas dicotomías. Sin las falsas divisiones entre cuerpo y mente, inteligencia y pasión, naturaleza y tecnología, lo privado y lo público, dentro y fuera, macho y hembra.

Podríamos empezar un diálogo en el futuro. Podríamos aprender algo el uno del otro. La literatura electrónica nos ayuda a pensar sobre lo perecedero, la facilidad, la fragilidad, la libertad, las intensidades espaciales, las irreverencias, la experimentación, los nuevos mundos, las pizarras limpias. La literatura impresa nos permite sentir un nuevo respeto por la huella sobre la página, la mano humana, el borrón, la duda, el error.

La literatura electrónica nos proporcionará una mayor comprensión de la inestabilidad de los textos, de los mundos.

La literatura impresa nos recordará nuestro amor por el mundo físico y sensual. Y por la luz que tan sólo un libro en nuestras manos nos puede dar. El libro que nos llevamos a la cama o a la playa —las palabras que danzan con el calor y el mar— y la boca que siento de repente en mi cuello.

La literatura electrónica inspirará magia. La literatura impresa inspirará magia. Maneras de curarse.

"Intoxicado por la propaganda nacionalista serbia, uno de los cargos es que X tomó parte en el asesinato de un ciudadano musulmán, F, forzando a otro musulmán a que le arrancara los testículos a F de un mordisco."

Lo que es un libro y cómo se puede volver a reinventar, a abrir, a transformar para que se ajuste a todo lo que hemos visto, todo lo que nos ha hecho daño, todo lo que se nos ha dado, todo lo que se nos ha quitado:

"...infectando deliberadamente a los individuos con enfermedades mortales, matando a 275.000 entre ancianos, deformes y otras "bocas inútiles que alimentar" con el ardid de la eutanasia y matando a 112 judíos tan sólo para completar una colección universitaria de esqueletos."

No más monolitos. No más dioses.

"Vamos, entonces, tú y yo..."

Ya basta de devociones vergonzosas y fútiles. Ya basta de súplicas silenciosas.

Basta de todas las carreteras oscuras a las que nos has conducido.

Me tomarás por ingenua, infantil, irreverente, idealista, ofensiva, ultrajante, desafiante unas veces, porque no creo en una literatura limitada, en un futuro limitado. Te molesta que hable de esto, lo sé. Me lo has dicho muchas veces. Querrías que me quedase tranquila en mi casilla. Eres tan caballeroso, ofreciéndome tu mano.

El futuro. Reinarán las posibilidades. Mis alumnos detenidos ante un nuevo umbral. Estamos demasiado diversificados, demasiado fracturados, demasiado cerca de repente: un mundo.

Un mundo salvaje,

libre de categorías, libre de profecías, danza, narrativa, performance, instalaciones, vídeo, poesía y pintura —un mundo— hiper- y ciber-

Y en el norte del estado de Nueva York, una mujer contempla campos de lino, lirios, eneas y sueños de fabricar papel. Y sueños de crear una granja de arte: un lugar tan sólo para experimentar con fibras indígenas infrecuentes, un espacio real para ligar los libros, un archivo, una biblioteca, una galería.

Un sueño: que esta nueva tolerancia establezca el tono, dé un ejemplo. Esta apertura y aceptación de textos, de formas, esta libertad, este abrazo sirvan de modelos para vivir. Que sean el modelo de un nuevo orden mundial... en mi sueño. Una manera de vivir mejor juntos... en mi sueño.

Godard: "Una película como ésta, es como si quisiera escribir un estudio sociológico en forma de novela y para hacerlo sólo dispusiera de notas musicales. ¿Es esto lo que es el cine? ¿Hago bien al seguir haciéndolo?"

Pero creo en verdad , y sin duda de manera un tanto infantil, sin cuestionarla, en la supremacía de la belleza, en el dibujo, el lenguaje, igual que una niña cree en el lenguaje, en la diversidad, en la posibilidad de justicia, incluso después de todo lo que hemos visto, en el impulso de hablar, incluso después de todo esto.

"Peder Davis, un niño de cinco años, rubiacho e inquieto, sacudió la cabeza y dijo: —Yo le diría: ¿Has derrumbado este edificio? Pues vuélvelo a construir—.

Y yo diría: Devuelve la vida a esta gente."

Ciento sesenta y ocho muertos por la bomba de Oklahoma.

"Peder dijo que había dibujado ‘una casa con ojos que era azul por los lados’. Lo explicó: —Es el edificio que explotó, en el cielo—."

Un deseo: que la literatura, de nuevo, a través de la audacia, la generosidad, la posibilidad, la irreverencia y la braveza nos enseñe a vivir mejor.

El mundo no se acaba.

El olor del aire. La sensación del viento a finales de abril.

No se puede tener una experiencia genuina de la naturaleza excepto en la naturaleza misma. No se puede tener una experiencia genuina del lenguaje excepto en el lenguaje mismo. Y para aquellos de nosotros que tienen el lenguaje como drama central, ese acto sorprendente, imaginativo y abierto, nunca podrá haber un sustituto o recambio alguno.

El lenguaje siempre abre nuevos espacios en mi interior.

Un dibujo de un pájaro no será nunca un pájaro. Y un pájaro no será nunca el dibujo de un pájaro. Así que relájate.

El mundo no se acaba, amigo mío. Así que deja a un lado tu canción de siempre. O Matthew Arnold: "El fin nos acecha por todos lados: El Arte todavía tiene la verdad, refugiaos allí."

Todo acabará menos esto: el lenguaje, abriéndose como una rosa.

Y muchas veces me he sentido desesperada ante los límites del lenguaje, la terquedad de las palabras que se niegan a detenerse, que ya no destellan, ya no funcionan. Todas las antiguas formas. Aun así sé que es parte del juego, ahora lo sé; forma parte del misterio esencial del medio: y que todos los que nos dedicamos a él de verdad nos tenemos que enfrentar a ello, dedicarle nuestra atención, amarlo incluso.

La lucha con la forma, con el silencio, con la complacencia. La imposibilidad de la tarea.

Para ti destinada a perecer, la muerte de la novela, el fin de la narrativa, una y otra vez.

Pero Matthew Arnold, desde la cúspide de otro siglo, sueña: el arte.

Y yo mantengo que ante los misterios eternos uno, si tanto se dedica a ellos, producirá formas narrativas.

Lo que significaba estar aquí. Cogerte de la mano.

Un impulso ancestral, después de todo.

Mientras conseguimos, al intentar recobrar la felicidad original, el placer, la paz...

Alcanzando...

Las necesidades que el lenguaje refleja, engendra y satisface no desaparece. No son reemplazables.

El cuerpo y su alfabeto celular. Y, en otro alfabeto, el deseo de llevar el cuerpo a la página.

Finalmente habrá obras de sexualidad femenina.

Formas femeninas.

Todo tipo de nuevas formas. El lenguaje, una rosa, abriéndose.

Es más grande que nosotros, que lo que seremos nunca. Por eso me encanta. Arrodillarse ante el altar de lo imposible. El ser devuelto al lugar que le corresponde.

El milagro del lenguaje. El reto y la magia del lenguaje.

Diferente de la magia antigua. Recuerdo que en otro tiempo te gustaba ver las mujeres divididas y volverlas a unir. Configurarlas del modo que te resultaba más placentero.

Intentaste una vez que el lenguaje se conformase. Que obedeciese. Intentaste domesticarlo. Hacer que se sentase, que se arrodillase, hacerlo saltar por el interior de un aro.

Te gusta decir que soy temeraria. Te gusta decir que me falta disciplina. Sostienes que a mi obra le falta estructura. Te lo he oído decir cientos de veces. Pero no hay nada más lejos de la verdad.

A pesar de todo, de mi rechazo a odiarte, de tomarte tan en serio, de dignarme a...

Aun así, demasiado a menudo me he preocupado por cosas mundanas. Demasiado a menudo me he preocupado por publicar, por mi llamada "carrera", perdiendo el tiempo con escritores medianos aclamados de manera rutinaria, recompensados, a los que dan galletas y otras cosas... esta prisión asfixiante de mi ser que algunas veces habito.

Demasiado a menudo he dejado que los canallas me enojaran.

El peligro del cielo.

El peligro de abril.

Si dices que el lenguaje está muriendo...

Susan Howe: "La poesía es la redención del pesimismo."

Abril en el campo. Ya hay tanto verde. Tanta vida. Tanto. Aun con la mitad de los árboles todavía despojados. Sobresaliendo por la tierra que va calentándose, los brotes tiernos de los espárragos. El azafrán. Sanguino.

Este corazón vulnerable, rompible.

Mientras nos atrevemos a pronunciar algo, a comprometernos, a hacer una marca en una página o en un campo de luz.

A incorporar este mundo frágil y peligroso. Toda esta belleza. Todo este dolor.

Tú, que dijiste "hegemonía", "teoría dominó" y "paz y honor".

No sólo a tolerar sino a dar la bienvenida a las obras que son de un estilo diferente al nuestro.

A incorporar el dolor de Vietnam, el error que no se puede borrar ni cambiar. A inventar formas que soporten el peso de la herida...

Si es que hemos aprendido algo, de una vez.

                                                                             Verano 1885

Hermano mío y amigo de tu hermana:

"Dulce tierra de libertad" es un villancico superfluo, aunque nos concierne... y transciende el mundo de los Pájaros...
      Tus Malvas enriquecen la Casa, creando el Verano interior del Arte, nunca la Traición de la Naturaleza. La Naturaleza estará acabando su Almuerzo cuando regreses a América, pero tu cabalgarás hacia casa al anochecer, que es mucho mejor.
      Me alegra que aprecies el Mar. Nos escribimos, aunque nunca lo he conocido.
      Escribo rodeada de Guisantes y con oropéndolas al lado, podría poner la mano sobre una Mariposa, pero ella se aparta.
      Acaricia a Shakespeare por mí.

"No tengáis miedo. La isla está llena de ruidos, sonidos y tonadas que nos deleitan sin dañarnos".

Han pasado cincuenta años desde la II Guerra Mundial. Está sentada en un rincón y llora.

Y no hagáis daño.

Seis millones de muertos.

"Bueno, nos han mantenido alejadas de nosotras mismas lo bastante, ¿no te parece?"

Nos atrevemos a hablar. Temblando, en el límite.

Se han escrito cosas extraordinarias. Se seguirán escribiendo cosas extraordinarias.

Mil novecientos noventa y cinco. El vinilo regresa modestamente. Para el curioso de la música adolescente, para el fanático de la clásica, y para la reina de la música clásica, los CD ahora producen un sonido demasiado frío, aséptico. El vinilo vuelve a ser valorado por su cualidad más cálida, más rica.

Un deseo: que tengamos una mentalidad abierta y seamos generosos. Que no tengamos miedo.

Que la página electrónica comprenda sus posibilidades y sus limitaciones. Nada reemplaza el vértigo que uno siente ante el potencial del hipertexto. Se podrán crear formas totalmente nuevas, maneras diferentes de pensar, de percibir.

Kevin Kelly, director ejecutivo de la revista Wired: "Lo primero que descubrió Jaron Lanier, el pionero de la realidad virtual, ¿debemos decir que fue la realidad? Nos tenemos que hacer las preguntas de siempre: ¿qué es la vida? ¿Qué es lo humano? ¿Qué es la civilización? Y nos lo preguntamos no cómo los antiguos filósofos lo hicieron, sentados en su butaca, sino intentándolo de verdad. Intentemos crear una vida. Intentemos crear una comunidad.

Y ahora los extropianos que sostienen que son capaces de alcanzar la inmortalidad descargando los contenidos de la mente humana y almacenándolos en un disco duro...

Así que observemos a los estudiantes. Jóvenes visionarios. Que hacen "clic" por Internet, por el mundo cibernético mientras duermen. Alvin Lu: ciudadano del universo, el mundo entero bajo la punta de sus dedos. Enamorado de la luz cegadora de afuera, de las posibilidades, el mundo interminable, su amor por todo lo que sea el futuro.

Que las narraciones cambien de forma, crezcan, se acomoden a lo que las envuelve. Que el medio cambie si debe hacerlo; el artista persiste.

Dices que todo está condenado, y yo digo: Julio Cortázar. Samuel Beckett. Marcel Proust. Virginia Woolf. García Lorca y Walt Whitman. Digo Mallarmé. Ingeborg Bachmann. The Apu Trilogy estará al lado de Hamlet. Vivre Sa Vie al lado de Texts for Nothing.

Estas plegarias fragmentadas.

Hacer el amor alrededor de las llamas del alfabeto.

Un deseo: que no nos hagamos daño los unos a los otros nunca más a propósito.

Una literatura del amor. Una literatura de la tolerancia. Una literatura de la diferencia.

Conservando lo mejor de lo bueno de lo antiguo. No rechazar de manera indiscriminada, pero tampoco aferrarnos a nada demasiado fuerte. Caminar hacia adelante juntos, por una vez sin sentirnos amenazados.

El futuro es Robert Wilson y JLG. El futuro es Hou Hsiao-hsien. El futuro es Martha Graham, todavía.

Los vocabularios de la danza, del cine, de la performance.

La desintegración de las categorías.

Si dices que el lenguaje está muriendo, entonces ¿qué es lo que sabes acerca del lenguaje?

Me estoy hartando de este ir y venir entre tú y yo. Pero me enseña algo importante: que no quiero que sea así. No creo que deba continuar de este modo: tú, allí, jactándote o encogiéndote alternativamente, y yo aquí, a la defensiva, enfadada.

Un deseo: un cielo que no esté dividido. Una manera de mirar la superficie del cielo con su grandeza, su clima, su color, las formas del vuelo de los pájaros, los aviones, los accidentes y los venenos, las nubes en forma de hongo.

Los jilgueros sobre una bóveda azul, como en un fresco.

Un deseo: que el cielo siempre exista. Que dejemos de matarnos los unos a los otros. Que mútuamente nos dejemos vivir en paz.

En abril de 1995, en Nueva York, comienza el esperado Satyajit Ray Festival. Durante años nos han mantenido alejadas de él. ¿Quién decide finalmente lo que se ve, lo que se lee y el porqué? ¿Y cuánto ha sido borrado, omitido, dejado a un lado, ignorado, enterrado, tratado con total indiferencia o desprecio?

Y hablando con un hombre, un amigo mío, de hecho un poeta reconocido, la conversación se desvió hacia alguien que sabíamos que habían operado y dijo "masectomía" y yo respondí "sí, una mastectomía, una mastectomía", y respondió "masectomía", como "vasectomía", y murmuré entre dientes: "Se dice mastectomía, idiota", avergonzada, incómoda y un poco intimidada, que era lo peor, un poco insegura. Lo que hizo que me preguntara lo que en verdad sabía, lo que fue lo peor: por su confianza decidida al decir "masectomía", su arrogancia, no se había molestado a aprender la palabra correcta, un poeta, por Dios, un hombre que trabaja con las palabras, que debía haber sabido la palabra correcta para la extracción de un pecho, ¿no creéis?

Mastectomía.

El peligro innegable del cielo.

Adrienne Rich: "La poesía significa el rechazo entre matar o morir".

Un deseo: que los hombres blancos y heterosexuales cedan con más amabilidad. Hagan pasar a sus Michael Douglas, a su Hollywood sospechoso, sus sentimientos heridos, sus temores... se muevan un poco.

Después de miles de años de discriminación positiva, que den a los demás una oportunidad, sólo una oportunidad.

El deseo es de amabilidad. De permisividad.

"¿Cuál es la frase para la luna? ¿Cuál es la frase para el amor? ¿Con qué nombre llamaremos la muerte? No lo sé. Necesito algo más de lenguaje, como les pasa a los enamorados..."

Un deseo: que el típico relato del New Yorker sea el artefacto que es y asuma el lugar que le corresponde en el museo de artefactos, sin que lo confundan con algo todavía vivo. Ya hemos aguantado bastantes chorradas, ¿no os parece?

Que el relato corto y la novela, mientras van evolucionando y asuman formas totalmente nuevas, sean tratadas con gentileza. Y con optimismo. Este es mi deseo.

Que se trate al hipertexto y a toda la literatura electrónica todavía en la infancia como algo que no tememos ni despreciamos.

Que, establecidos en el siglo que viene, no tengamos miedo. Que no hagamos discursos grandilocuentes.

Dices que el lenguaje está muriendo, que morirá.

Y a veces he sentido algo por ti, te he amado incluso. Pero nunca te he creído.

Ahora es el virus Ébola. El Hanta. El VIH. Y aquella vieja asignatura pendiente, la malaria. Vive mientras puedas. Esta noche, quien sabe, puede ser tu última noche. Quizás no lleguemos al nuevo milenio, así que no te preocupes demasiado por él.

Y mis amigos que han muerto con el lenguaje en la garganta, en el último momento. Todos mis amigos muertos.

Los cibernautas regresan de vez en cuando deseando ver una sonrisa en lugar de dos puntos seguidos de un cierre de paréntesis —el signo online para indicar sonrisa. Cuando alguien ríe de verdad lo quieren oír de verdad, no con las letras LOL delante suyo. Oh, sí. El mundo será lo que es mientras exista.

Un pájaro real en el cielo y entonces quizás un pequeño poema en prosa o otra cosa real en el cielo, en la página, en la pantalla o el corazón humano, batiendo.

          No sé que es lo que prefiero,
          la belleza de las inflexiones
          o la de las insinuaciones,
          el mirlo que silba
          o justo después.

Un mundo.

El futuro de la literatura es utópico. Y seguramente mis amigos Ed y Alan vendrán de visita este fin de semana, con lentejas rosas. Mientras uno pueda decir "rosa", podrá decir "lenteja".

Gary muriéndose, diciendo: "Kappa maki".

Tu dices: "Ya está". Pero yo digo: "No".

Yo digo fe, esperanza, confianza y siempre, al lado de la maldición, odio, miseria y desesperanza.

Dejad que los géneros se difuminen si así lo quieren. Que se redefinan.

El lenguaje es una mujer, una rosa en constante proceso de apertura.

Vibrante, irresistible, incandescente.

Quien sea que haya hecho que la villanelle o el soneto se cuenten entre ellos. Quien sea que haya creado una frase genuina, un párrafo, que haya sentido la seducción como un hilo de oro que estirasen a través de uno...

Un deseo: que surjan otras formas aparte de las que has inventado o sancionado durante miles de años de privilegio y que sean celebradas.

"Por decirlo de manera distinta, me parece que lo tenemos que redescubrir todo acerca de todo. Sólo hay una solución, y consiste en darle la espalda al cine americano. Hasta ahora hemos vivido en un mundo cerrado. El cine que se alimenta de cine, imitándose a sí mismo. Ahora me doy cuenta que en mis primeras películas hice ciertas cosas porque las había visto en el cine. Si mostraba un inspector de policía sacándose un revólver del bolsillo, no era porque la lógica de la situación que quería describir me lo exigía, sino porque había visto a inspectores de policía en otras películas sacándose el revólver en ese preciso instante y de ese modo exacto. Lo mismo ha pasado en pintura. Ha habido periodos de organización e imitación y épocas de ruptura. Ahora vivimos un momento de ruptura.
      Tenemos que dirigir nuestra atención otra vez a la vida. Tenemos que observar la vida moderna con una mirada virgen."

                                                           —Jean-Luc Godard, 1966

Un deseo: que Alvin Lu se pasee por la sorprendente aula del mundo, a través del tiempo y el espacio, infinitamente inspirado, embelesado totalmente por lo que allí encuentra. Que nos permitan reintentarnos con libertad, divertirnos con toda libertad.

Barbara Page, profesora mía tiempo atrás y ahora gran amiga, también está allí, voraz, furiosa y sin miedo, inventándose mundos completamente nuevos, nuevas maneras de experimentar el texto. Nuevas libertades.

El mundo no se acaba, asegura Charles Simic. Grabado con ceniza en nuestra frente, transformado en un lenguaje de estrellas o la canción de un pájaro a través del vasto cielo; permanece. La literatura no termina, aunque cambie de formas, aunque sea capaz de cosas que todavía somos incapaces de imaginar.

Woolf: "¿Cuál es la frase para la luna? ¿Cuál es la frase para el amor? ¿Con que nombre llamaremos la muerte? No lo sé. Necesito algo más de lenguaje, como les pasa a los enamorados, palabras de una sílaba como las que pronuncian los niños cuando entran en la habitación y se encuentran a su madre cosiendo, recogen un pedazo de lana brillante, una pluma, un jirón de cretona. Necesito un aullido, un lloro."

Charlotte Brontë. "A mi hermana Emily le encantaban los páramos. Para ella, había flores más brillantes que la rosa floreciendo en el más oscuro brezal; de un agujero sucio en la colina lívida, su mente era capaz de hacer un Edén. Encontró muchos placeres que apreciaba en la soledad desierta; y la libertad no era el último sino el más querido."

El futuro será precioso e imprudente, y las palabras, esos encantos luminosos, nos devolverán la libertad. Al menos por un momento.

Quien sea que haya permitido que utilicen el lenguaje de los enamorados, el lenguaje de las heridas, el dolor, la soledad y la esperanza. Quien sea que haya desenterrado el milagro de la tierra. Hipnotizando a la suciedad, a la tierra, a la palabra.

Que haya hecho pasar al amor. A la desesperación.

Las palabras son los caramelos de jengibre que mis amigos moribundos han chupado. O la cura de agua.

Las preciosas palabras, rodeadas de silencio. A quienes deforma la presión de la finalidad.

Las palabras son las patas de gallo en la piel del padre a quien quiero. Para mí, las palabras son eso todavía.

Son la música del cabello de ella, en la almohada.

Las palabras son las líneas que vibran en el bosque o en el cuadro. Presiones que penetran en nuestro interior, nos biseccionan, nos ordenan y desordenan, nos unen, nos liberan, nos ayudan, nos causan ansiedad, placer, dolor.

Las palabras son las pisadas cuando se alejan por la nieve.

El lenguaje que amo no tiene sustituto.

Mi padre, a un Estado de distancia pero todavía demasiado lejos, me pide por teléfono si puedo hacerle una foto a este pájaro azul, el primero que he visto jamás, porque escucha lo encantada que estoy al verlo marchar. Pero es demasiado pequeño, vuela demasiado deprisa, cuesta verlo. Demasiado lejos. Yo, con mi limitada tecnología, apuntándole. Con mi máquina nostálgica. Mi caja que dice adiós, que dice el futuro.

Mi máquina del placer. Mi máquina de llorar que sueña: guardarlo.

Esta novela que dice deseo y adiós, inacabada.

Inacabada y dejada así. Inacabada, no abandonada. Inacabada, no por muerte, indiferencia o pérdida de fe ni de nervio, tan sólo inacabada.

No sacar más conclusiones falsas. No establecer más falsas polaridades. Inacabada y dejada así si es necesario.

Dejad escribir, medrar y vivir a todos.

La oropéndola de Baltimore que volvió de los trópicos americanos, ahora está en el margen de esta página. La espero.

Es este precipicio encantador.

Y nada sustituye a esta mano que se desliza por la página, como está haciendo ahora, un intento de hacer una pequeña marca y que dure en esta superficie anhelante

Escribir oropéndola. Imaginar la libertad. Todo lo posible.

Abril en el campo. Mis manos en la tierra oscura, o el cuerpo de una mujer, o cualquier frase corriente y hermosa.

Quien sea que haya dejado reposar la mano en un muslo ardiente, o en un río brillante de luz...

Quien sea que se haya dejado sorprender por la emoción del alfabeto,

o que haya dejado que la música entre en el cuerpo. O que se pose sobre la página.

Un deseo: vivir y dejar vivir a los demás. Cantar y dejar cantar a los demás, mientras podamos.

Y no hacernos daño.

Un momento en la tierra, veloz y anhelante. Tuvimos suerte de estar aquí.

Cierro los ojos y escucho la sofisticada música de cámara del mundo. Una conversación íntima, complicada y bella en todos los idiomas, en todos los tiempos, en todo medio posible y en todas las formas: incandescente.

                                                   —para Alvin, Barbara y Judith                                                                          1 de junio de 1995

Como el clarinete con la flauta, como la trompa con el oboe, como el violín y el piano: llévate la melodía que ahora me acompaña, cuando sea la hora.

                                                                             25 abril de 1995
                                                                 Germantown, New York

Un paseo por la curva y observo que el sanguino ha empezado a florecer. Un pájaro azul, ¡dos pájaros azules! Los primeros que veo en mi vida, sobrevolando el convento. Ante mis ojos veo a un niño agarrando un pájaro como aparece en la pintura y la escultura renacentista. El mundo vuelve a empezar. Con esta visión. En las palabras sanguino y pájaro azul. Y los jilgueros de repente vuelven. Hoy he visto tres tortugas enormes tomando el sol en una charca. La felicidad de estar de sabático después de las clases es indescriptible. Recuerdo a Dickinson cuando alguien dijo que el tiempo pasaba muy lentamente para ella diciendo: "¡El tiempo! ¡Si es lo que siempre he deseado!" Pues ídem. El tiempo feliz. Escribir, pasear cada día. Dejo reposar la depresión, pongo la manía en cuarentena. Todos los sufrimientos íntimos y el dolor son de alguna manera más manejables en soledad. El instante ahora lo parece todo. El hecho imaginario, el natural (dos pavos en los bosques), el acto sexual y las formas del lenguaje para todo esto que cambian y evolucionan constantemente. John me envía una nota para recordarme que mi ensayo para la Review of Contemporary Fiction debo entregarlo el primero de mayo, pero quizás tenga una breve prórroga. Debería estar acabando Defiance, pero sólo puedo pensar en mis estudios eróticos, volviéndome a sentir en el umbral de algo increíble pero fuera del alcance. Estoy extremadamente emocionada —es difícil describirlo— mi mente se siente liberada...
      Debo decidir adónde llevar los narcisos, los lirios. La tierra en mis manos. Una vara de forsitia como una luz en mis manos. Pienso en Bárbara a una hora de distancia, las cenefas brillantes que salían de la pantalla de su estudio. El mundo entero: luminoso, luminoso. Tuvimos suerte de estar aquí. Incluso con el dolor, la incertidumbre , la rabia y el miedo —cierto miedo. Con el agotamiento.
      He perdido demasiadas energías con la decisión entre Brown y Columbia. ¿Dónde acabaré? Sólo he obtenido un éxito parcial al poner cada cosa en su sitio. He trabajado demasiado para mantener mi mente a la distancia oportuna. Se cobra su parte. He necesitado espacio para pensar, para soñar otras cosas. Pero hoy casi no importa; está cuajando otro estudio.
      El ensayo de la RCF me vuelve a la cabeza. ¿Qué decir? ¿Qué se puede decir? Cómo utilizarlo para aprender algo, para explorar algo que necesito explorar. Cuando pienso en la literatura, demasiado a menudo el pasado y el presente me enfurecen: todos y todo lo que se ha dejado al margen. El futuro no puede, no debe ser lo mismo y aun así... una se preocupa por ello. Lo que más me pregunto es si hay una manera, si debe haber un modo en este ancho mundo de perdonarles. Algo que necesito hacer por mi obra, por mi propia vida, que he necesitado hacer durante mucho tiempo. Quizás en mi ensayo lo intentaré, el primer paso hacia algún tipo de reconciliación, en todo caso. Si es posible. Establecer el drama que quizás lo hará posible.
      Este corazón tan vulnerable.
      Abril. Qué sereno se ve todo. Qué estupendamente listo. Y yo, también, temblorosa, y al límite...

 

© 2000 Carole Maso
©
Traducción:
  Melcion Mateu Adrover
versión en inglés | catalan

Este ensayo no puede ser archivada ni distribuida sin el permiso expreso de Carole Maso y  The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso.
biografía

Carole MasoCAROLE MASO es autora de seis novelas: Ghost Chance, The Art Lover, AVA, Aureole, The American Woman in the Chinese Hat y Defiance. Una colección de sus ensayos Break Every Rule (que incluye el texto publicado aquí) salió el pasado mes de mayo.   El diario The Room Lit by Roses será publicado en noviembre del 2000. Ha recibido numerosos premios, incluyendo, recientemente, la Lannan Literary Fellowship para narrativa. Actualmente es profesora de literatura inglesa en la universitad de Brown.

foto: Helen Lang

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